Sucede que cuanto más controlas un tema, más difícil te resulta dar con la respuesta adecuada a una consulta. Pasa, y mucho, con las recomendaciones gastronómicas: el querer dar con la dirección más acertada puede derivar en tal quebradero de cabeza que incluso llegas a plantearte si posees el bagaje necesario para ejercer de guía culinario de tus amigos y conocidos. Por eso la Cocina de San Antón se ha convertido en una respuesta cada vez más recurrente. Nunca falla, y más si hablamos de casos tipo ‘un restaurante donde pueda comer con mis padres’, o ‘voy con mi mujer e hijos y quiero un sitio que guste a todos’; cuanto más sencilla parece la petición, más difícil es dar con la respuesta adecuada.
Si ya tenía razones de sobra para recurrir a él, La Cocina de San Antón acaba de darme un nuevo argumento para reforzar mis sugerencias. Y es que el restaurante acabar de ampliar su oferta con una interesante selección de platos pensados para los vegetarianos, veganos y celíacos. Grupos, por una razón u otra, cada vez más numerosos, y que limitan considerablemente nuestras opciones cuando nos disponemos a compartir mesa con ellos. Además, todos ellos se elaboran con productos cultivados en el mismo local del restaurante, una especie de huerto urbano ubicado al fondo de su sala, y del que se ocupan de mantener los expertos en horticultura de Pot Shop.
Alcachofas blancas de Tudela con habitas, pizza de la huerta con pesto casero, taco vegetal con curry, tofu ahumado y quinoa, wok de verduras thai con un toque de paprika, o ensalada de kumato y tofu al aceite de guindillas son algunas de las propuestas más apetecibles. Platos nutritivos, divertidos y con un agradecido toque exótito, que siempre vienen bien para comer de forma sana y equilibrada. Menú detox le llaman aquí, ‘menú obligado’ es lo que debería ser.