Tenemos una gran noticia que dar: por fin, quien quiera probar las afamadas tortillas de patatas del Pez Tortilla (Pez, 36) podrá hacerlo sin las eternas colas del local de Malasaña. Eso sí, de esperar no se va a librar nadie. Pero al menos, se podrá elegir entre hacerlo más, en su ubicación habitual, o menos, por el momento, en su nuevo local de La Latina. Aunque de mantenerse la tendencia de sus primeros días de funcionamiento en la Cava Baja, 42, los dos ‘peces’ terminarán por tenerla igual de larga (la espera).
Porque está claro que el éxito persigue a estos cuatro socios que en 2015, cansados de no encontrar tortillas que les satisfacieran, decidieron abrir una taberna para comerla como más les gusta: muy cremosa, poco cuajada -sin llegar a ser líquida- y con las patatas cortadas a mano en rodajas. Y el resto, ya es historia escrita con letras de oro en el capítulo de Malasaña.
Todo apunta a que sucederá lo mismo en esta nueva dirección de La Latina. Entre otros motivos, porque parece que los latineros de pro echaban de menos propuestas que devolvieran el espíritu canalla al barrio. Esas que hace algunos años le dieron fama y que, de un tiempo a esta parte, se habían prácticamente extinguido. Conscientes de ello, los chicos del Pez Tortilla llegan con los grandes hits de su arsenal tortillero al barrio -entre ellos la versión clásica de patatas y una exquisita de morcilla y pimiento caramelizado-, y sus croquetas, también en la carta de Malasaña. Pero, como quien echa un órdago a la grande, le añaden dos propuestas más: patatas bravas con ajoaceite y salsa brava secreta -receta de la tía de uno de los socios-, y ensaladilla rusa al estilo murciano -con encurtidos- y servida en formato ‘marinera‘ sobre una rosquilla de pan, o en ración.
La tercera pata de la carta son las cervezas artesanas; tienen alrededor de 15 referencias diferentes expuestas a la vista de todos en una nevera detrás de la barra. Son tan exclusivas que nadie las distribuye en España, sino que son ellos mismos quienes van a EEUU a por ellas, como les sucede con la Julius, de Massachusetts. Y claro, eso se paga: algunas latas pueden llegar a costar 15€ que los más fanáticos cerveceros pagan muy a gusto.
La carta de cervezas las completas con ocho grifos que van rotando semanalmente, mucho más asequibles pero igual de atractivas para los beerlovers, que no dudan en llamar para reservar una pinta cada vez que el Pez Tortilla anuncia en sus redes sociales cuál será el siguiente barril en pinchar. Lo dicho, algo está cambiando en La Latina y no queremos señalar culpables.