‘La barra dulce’, cuatro palmeras totalmente irresistibles
Una buena palmera de chocolate es uno de esos guilty pleasure con los que a uno le apetece empezar el día. O, por qué no, uno de los mejores premios de consolación a un mal día. Ocurre en general, es cierto, pero cuando descubras las palmeras de La Barra Dulce, te darás cuenta de que van a ser éstas (y no otras) las que alegren tus mañanas o tus meriendas. Porque esta cafetería- pastelería ha llegado a Lavapiés para dar mucho de qué hablar, y con razón.
Ana Blanco y Samuel Serrano son el alma mater de este proyecto que se asienta en un pequeño local de la calle Mesón de Paredes. Un establecimiento que nos recibe, como no podía ser de otra forma, con sus palmeras invitándonos a hincarles el diente. Desde este mostrador vemos que existen cuatro variedades: una Clásica, una con cobertura de Chocolate al 70%, otra de Chocolate con leche y una última de Chocolate blanco. Sí, la primera impresión ya sugiere un posibleflechazo pero cuando nos sentamos a la mesa a degustarlas con un café o una infusión, el amor llega rápidamente a nuestro paladar.
El secreto, según nos cuenta la propia Ana, está en utilizar siempre materia prima de calidad óptima y en una elaboración artesanal en la que se respetan mucho los tiempos de los productos. En el caso de las palmeras, por ejemplo, prima por encima de todo la calidad del hojaldre, preparado con la mejor mantequilla y reposado durante el tiempo conveniente. A esta masa de hojaldre crujiente, fina y con un intenso sabor a mantequilla -ese sabor tan característico de la buena repostería- hay que sumar las coberturas. La de Chocolate al 70% es, sin duda, una de las preferidas por los más chocolateros; intenso sabor a cacao con el puntito justo de amargor. La de Chocolate con leche también es un buen reclamo para quienes disfrutan de un sabor algo más suave. Por último, su receta con Chocolate blanco incluye pistacho o frambuesa liofilizada para buscar el rico contraste.
A estas palmeras que hacen latir a un ritmo dulce Lavapiés, se suman otros productos que también gritan un ‘cómeme’ bien fuerte desde las vitrinas. Tartas en formato mini y también de varias porciones, dónuts caseros, croissants hechos con mantequilla francesa y otro de los tesoros de la casa: sus torrijas, premiadas en la Semana Santa de 2019 como las más originales de la ciudad. Se venden en su forma clásica, bien empapadita en leche y sabrosa -¡nos flipa!- y otras versiones como la de té chai y ‘cuarto chocolate’, una mezcla choco y caramelo. Un guiño a la repostería de toda la vida, de esa que no decepciona y que, hecha con cariño, como ocurre aquí, nunca NUNCA tiene fallo.
