Es sentir un poco de frío y el cuerpo empieza a pedirnos platos de cuchara de esos que calientan el cuerpo y nos dejan con ganas de echarnos una siesta bien arropados. En Madrid está claro que el plato por excelencia para conseguirlo es el cocido, por algo es el plato más emblemático de la ciudad. Aquí, como es lógico, encontramos muchos restaurantes donde comer un buen cocido, aunque hay pocos tan especializados en esta receta como Casa Carola, la taberna del barrio Salamanca (Padilla, 54) que, desde que abriera sus puertas en 1998, solo sirve cocido. Todos los días, sí, de lunes a domingo, pero únicamente al mediodía. Cualquiera que se declare fan incondicional del cocido madrileño conoce esta dirección que, con todo derecho, se ha ganado el título de clásico de la gastronomía local que durante los meses de verano permanece cerrado (junio, julio y agosto).
En esta taberna de estilo rústico, con zócalo de azulejos sevillanos, paredes repletas de fotos antiguas de Madrid, visitantes ilustres y reseñas enmarcadas de medios de periódicos y revistas, el cocido se sirve en tres vuelcos (dos en la práctica, porque los garbanzos llegan junto a las carnes). Pero antes de que la humeante sopa de cocido llegue a la mesa, los comensales son recibidos una copa de cava y una croquetita de aperitivo.
Después, se sirve al centro de la mesa un puchero con la sopa del cocido para que cada uno se sirva al gusto. Antes de lanzarnos a ella, la casa recomienda que nos pongamos el babero porque existe la (justificada) creencia de que si no te pones el babero, la mancha está asegurada.
Una vez hechas las presentaciones se sirve el cocido, como nos gusta en Madrid, en los tradicionales tres vuelcos: primero, la sopa de fideos recién hecha; después los garbanzos de cosecha propia que cultivan en su huerto segoviano en el pueblo de Cabañas de Polendos y que se acompañan con patata nueva y verduras frescas. Por último, las viandas: carnes de añojo y pollo, chorizo de sarta, morcilla casera, tocino ibérico, codillo de jamón y huesos de caña. Y no se nos olvida contaros lo mejor de todo: aunque las raciones son generosas, Casa Carola tiene un modelo de barra libre con el que se puede repetir cuantas veces se quiera de la sopa, los garbanzos o las piezas que más nos hayan entusiasmado de la bandeja de carnes.
Para acompañar en la mesa disponemos de pan recién horneado, aceite de oliva virgen, salsa de tomate natural con comino, ajo y orégano, que aconsejan comer con los garbanzos, y cebolletas y piparras bien picaditas que dan a la sopa un toque muy especial.
El cocido de Casa Carola tiene un precio cerrado por persona, que incluye agua y postre, al que conviene hacerle hueco; no deberíais salir de allí sin probar su tarta Charlota (una versión más humilde pero igual de rica del tiramisú). Además, como en Casa Carola saben que en los días de duro invierno lo que más nos apetece es quedarnos en casa, el restaurante también cuenta con opción take away y delivery. Una buena opción también si tenemos una reunión familiar o de amigos en casa, ¡qué mejor manera de agasajarlos que con uno de los mejores cocidos de Madrid!