Javier Sánchez Medina iba para bombero, pero mientras se estaba preparando las oposiciones, decidió darle un giro de 180 grados a su vida y dedicarse por completo al trabajo creativo que le había gustado hacer desde que era bien pequeño. Nunca pensó que podría vivir de ello, pero empezó a formarse en restauración de mobiliario con Marisa del Real y, a partir de ahí, se fue inclinando poco a poco hacia la artesanía. Javier trabaja con maderas, médulas, mimbres y fibras naturales, que corta, trenza y cose a mano.
Este extremeño lleva seis años en Madrid, pero fue hace cosa de un año cuando hizo su primer espejo de bambú y lo publicó en Instagram. Tuvo tanto éxito, que comenzaron a contactar con él desde publicaciones como Nuevo Estilo y AD.
Después de los espejos vinieron sus famosas cabezas de animales –que él denomina ‘trofeos ecológicos‘, y que son un guiño a la tradición de colgar animales en la pared a modo de trofeos, pero sin necesidad de matar a ninguno–, hechas de pleita trenzada, una especie de junco con el que se trabajaba mucho antiguamente en Extremadura y en el sur de España para hacer, por ejemplo, las persianas de las casas. Javier empezó a trabajar con este material porque le traía recuerdos de la infancia, de su abuelo haciendo artesanalmente esas persianas, y de su padre, que era zapatero, y de donde le viene parte de su vena artesana. Cada pieza se hace a mano, con mucho mimo y cuidando hasta el último detalle.
Sus trofeos ecológicos han triunfado tanto fuera como dentro de nuestras fronteras, por eso podemos verlos en diversos locales de la capital –la colección de cabezas de toro que tienen en la tasca Celso y Manolo quizá sea una de las más conocidas– y también de otras ciudades españolas. Además, Javier hace a diario encargos para Holanda, Portugal o Estados Unidos, entre muchos otros países del mundo.
Su taller, ubicado en la calle Escorial, en pleno barrio de Malasaña, también es una pequeña obra de arte en sí mismo. Javier encontró el local por casualidad y transformó lo que era una antigua cochera en un acogedor taller que evoca el de los artesanos de toda la vida. Otra de las curiosidades son las herramientas que utiliza para trabajar, muchas de ellas antigüedades que ha ido consiguiendo en mercadillos o rebuscando entre las reliquias que conservaba su propia familia. Punzones, martillos, tijeras, cepillos… Casi todo tiene su pequeña historia detrás, incluso el delantal que utiliza para trabajar, que ha sido hecho a mano por su propia madre. Aunque no reniega de las herramientas nuevas, Javier asegura que no hay nada como las antiguas, hechas para durar y con las que trabaja más a gusto. Además, como él mismo explica, le parece que encajan mucho mejor con su filosofía y con la imagen que quiere dar a sus productos.
Javier es la viva imagen de un artesano contemporáneo. Sencillo, con un taller humilde en el que se le puede ver trabajando a diario y, al mismo tiempo, con mucha presencia en redes sociales y en las revistas de decoración e interiorismo más punteras. Un artesano del siglo XXI al que no hay que perder la pista.