Detrás de cada edificio siempre reside una historia. A veces la conocemos y otras no, pero lo que sí podemos decir es que eso le aporta un valor incalculable, no solo a nivel arquitectónico, también histórico y cultural. Es el caso de la Casa de las Rejas, ubicada en pleno barrio de los Austrias, es uno de los mayores ejemplos de la arquitectura barroca del siglo XVII que se conserva en Madrid. Actualmente sirve como espacio para la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid, pero, teniendo en cuenta que es uno de los edificios más antiguos de la capital, no es difícil adivinar que es un inmueble cargado de historia.
Residencia de nobles
Para conocer su origen debemos remontarnos al siglo XVII, concretamente a 1612, aunque aparece documentada por primera vez en el plano de Pedro Teixerira de 1656. En estos años era la propiedad de Don Juan de Cirica o Ciriza, el secretario de Felipe III, pero no solo fue él quien la habitó. Lo cierto es que durante este siglo fueron muchos nobles y personalidades de alta alcurnia los que eligieron la casa como su propia residencia. Las rejas que se ubicaban en la calle donde se encontraba explican que popularmente se refiriese a ella como Casa de Las Rejas.
Durante más de un siglo el inmueble sirvió como el hogar, esta vez, de la familia del marqués de Santa Cruz de Rivadulla, siendo varias generaciones las que vivieron allí. En 1770 se registraría como el Palacio de la Regalía o del Conde de Bornos, y más tarde pasaría a las manos de dos monjas, Concepción y Rafaela Sanchiz Armada.
Una de sus curiosidades es que, pese a que los edificios de alrededor iban restaurándose o desapareciendo, este consiguió conservar su arquitectura. Por ejemplo, la puerta, ideada por el arquitecto Francisco de Mora o Juan Gómez de Mora (no se sabe con exactitud) permaneció en perfectas condiciones hasta mediados del siglo XX.
Guerra Civil y posterior abandono
En su larga vida ha pasado por bastantes adversidades, pero, si nos fijamos en las fechas, podemos intuir el primer conflicto que deterioró su estado: la Guerra Civil Española. Se cuenta que en sus patios hubo fusilamientos y que las víctimas eran transportadas desde una puerta interior a un enclave de la CNT, ambos conectados por la calle del Fomento.
El franquismo no fue más compasivo con el edificio; incluso se llegó a considerar su derribo. Finalmente consiguió sobrevivir aunque no fuera protegido como merecía, pasando a una etapa de ruinas y habitantes nómadas y ocupas. La idea de destruirlo se puso varias veces sobre la mesa, pero por vicisitudes del destino y gratas casualidades, logró sobreponerse.
En 1980 la Casa de las Rejas sufrió un incendió que se prolongó durante casi siete horas. El fuego acabó con gran parte del techo, los azulejos de la escalera, las maderas de los suelos o los balaustres. Comenzaría a recuperarse tras la venta del terreno contiguo, que se utilizaría para construir el colegio de Santa Teresa, y cuya ampliación del patio implicaría a la Casa de las Rejas. Por fin, el Estado adquiriría el lugar, renovándolo, como ya habíamos dicho, casi por completo para ser la nueva sede de la antigua Escuela de Artes Aplicadas a la Restauración. De esta labor se ocupó el arquitecto José María García de Paredes, que sumó una nueva planta a las dos que ya tenía.
Recuperación y nueva funcionalidad
A día de hoy, de la construcción original se conservan únicamente las escaleras principales, las bóvedas de los sótanos, el patio y la fachada de ladrillo con los dinteles de granito y las cornisas. De la recuperación de estos elementos se ocuparía el propio alumnado de la Escuela, que, apoyándose en fotografías, reprodujeron partes emblemáticas de la estructura: la fuente de Neptuno del exterior, la escalera, etc. Además, otro de los elementos que supone un gran atractivo es que hay documentos que prueban la existencia de pasadizos secretos que conectan la construcción con el Palacio Real y el Convento de la Encarnación. Sin embargo, lamentablemente, estos túneles permanecen cerrados al público.
En la actualidad son los alumnos de la ahora Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid los que mantienen con vida el tan destacado inmueble ubicado en plena esquina de la calle Guillermo Roland 2.
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