Todos los amantes del buen pan en Madrid conocen el Museo del Pan Gallego; y muchos de los que vienen a visitar la ciudad, también. Y es que en esta panadería centenaria el pan se sigue horneando de la manera tradicional, en un gran horno de leña con bandeja giratoria en su interior y una pala de madera para introducir y retirar los panes. El horno lleva instalado en este histórico edificio de la Plaza de Herradores desde 1887 cuando se inauguró la pastelería de Domingo Otero, un local que 30 años más tarde, al mando de un nuevo propietario, se convirtió en tahona, o lo que es lo mismo: un establecimiento en el que se hornea y vende pan y otros productos elaborados con harina. Esta función, que ha conservado hasta el día de hoy, nos permite hablar de él hoy como la panadería más antigua de Madrid.
Entre 1946 y principios de los años 80, la panadería pasó por las manos de diferentes panaderos llegados de Galicia, hasta 1986 cuando el orensano José Menos se hizo con ella. Él ya tenía dos panaderías, una en Orense y otra en Talamanca del Jarama (Madrid), pero no fue hasta que descubrió esta tahona cargada de tradición cuando decidió instalarse en la capital. Él y toda su familia, claro, que desde que José falleciera a principios de los 2010, se ocupan de mantener el negocio. Bueno, para ser exactos, tres de sus seis hijos: Juan Manuel, José y Alberto; ellos se encargan de mantener encendido este histórico horno y ofrecer a diario a sus numerosos clientes el mejor pan gallego.
Las hogazas y barras gallegas junto a las empanadas se han convertido en los principales reclamos del local, que también abastece de pan a conocidos restaurantes de Madrid. Ha llegado el punto que hacerse con algunas de sus empandas gallegas se ha convertido casi en misión imposible. De bonito, de carne, de bacalao con pasas, zorza o las especiales de zamburiñas vuelan rápidamente cada mañana. Y no digamos de su tarta de Santiago, ¡está cotizadísima! Señal de que los hermanos Menor siguen haciéndolo más que bien. También lo hacen con las vicas, magdalenas, bizcochos y toda la variedad de panes que sirven en su tienda (pan de moño, payés, del país, de maíz, multicereales, centeno…).
Es un privilegio contar con este Museo del Pan Gallego en pleno centro de Madrid. Debería ser visita obligada.
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