Muy cerca de Tribunal, hay dos museos que pese a su belleza e interesante actividad, parecen ser aún desconocidos por el gran público. Uno de ellos es Museo de Historia de Madrid, en la calle Fuencarral, y unos pasos más allá, el Museo del Romanticismo (San Mateo, 13), que es donde queremos detenernos ahora. Este es un espacio dedicado al arte y costumbres del siglo XIX y parte de su encanto radica el precioso diseño del palacete en que se encuentra, lleno de obras de gran valor, una estética cuidada y un coqueto jardín interior que invita a pasar allí una velada de lo más tranquila.
De estilo neoclásico, aunque con algún que otro detalle barroco, el edificio fue levantado a finales del siglo XVIII por Manuel Rodríguez García, primo de una de las figuras más relevantes de la arquitectura de la época, Ventura Rodríguez.
Tres siglos de historia
En principio, el edificio se creó para ser una sobria casa-palacio del III marqués de Matallana. Más tarde pasaría a manos de la familia de los condes de la Puebla de Maestre, Paula Fernández de Córdoba y Fernández de Córdoba, que residirían en ella desde 1850 hasta 1915. Gracias a ellos, la inmueble se remodela y se atiende más a su decoración, una nueva estética que es la que podemos admirar a día de hoy. Sus nuevos inquilinos mandan hacer el ornato del oratorio, algunos detalles en las fachadas, se modifican los guardapolvos y molduras de los balcones, entre otros cambios; había que elevar la calidad estética del inmueble que para eso eran una de las familias más adineradas de la ciudad. El Jardín del Magnolio, por su parte, se diseño siguiendo el estilo francés del s. XVIII, estructurado e en cuatro calles separadas por parterres y una fuente circular en su intersección.
Las donaciones impulsan la creación del Museo
En 1921 pasa a ser la Comisaría Regia de Turismo y tan solo tres años después se convierte en lo que es hoy día. Fue gracias a la donación del marqués de Vega-Inclán, pues funda el Museo con sus propios fondos artísticos, además de mobiliario de estilo Imperio o Isabelino, piezas decoración y otros muchos objetos de valor cultural (vajillas, cerámicas, joyas, muñecas de porcelana…) que dan buena fe de las costumbres y gustos estéticos de su tiempo. El depósito de obras se enriqueció con las colecciones de personas influyentes de la época: cuadros, documentos, archivos de artistas, etc. En uno de sus salones se exhibe incluso la pistola con la que suicidó Larra.
Pero te preguntarás entonces por qué acabó llamándose Museo del Romanticismo, pues aquí tienes la respuesta: el marqués se dio cuenta de la falta de interés hacia los siglos XVIII-XIX español, así que, pese a las dificultades que atravesó para sacar adelante su proyecto, pues todo el empeño y dedicación a cumplir su objetivo cometido. Pronto empezó a ser un lugar de referencia e interés para personalidades e intelectuales atraídos por el interés que suscitaban los obras de Esquivel, Alenza, Madrazo o los hermanos Bécquer; tanto, que Rafael Alberti llegó a ser el director de la institución; ahí es nada.
Una colección en crecimiento: La Piedad, de Goya
Un siglo después el Museo del Romanticismo sigue siendo importante para la cultura de la ciudad y continua recibiendo obras de arte de muy distintos artistas, manteniendo vivo su carácter cultural e histórico. De hecho, una de las últimas incorporaciones en llegar a sus paredes es La Piedad, de Francisco de Goya, obra que pertenece a la primera producción del pintor, concretamente, a 1771, y se corresponde, por tanto, con su etapa de mayor proyección religiosa.
Se descubrió en 2011, pero no fue abierta al público hasta una exposición temporal de 2015. Por lo tanto, ahora es la primera vez que se puede ver en un museo pues ya forma parte de su colección permanente.
Como sabemos que ya estás deseando conocer el museo, os dejamos información útil: Puedes visitarlo de martes a domingo y precio general es de 3€, aunque los sábados tarde (14-18h) y los domingos (10-15h), el acceso es gratuito. Tienes toda este info al detalle en el site del Museo.
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