Cuando pensamos en países árabes nuestra mente recrea imágenes de las inmensas dunas que conforman sus desiertos, bulliciosos bazares de especias, el cálido recibimiento de los beduinos con té especiado y mezquitas abarrotadas.
Estas ensoñaciones podríamos ubicarlas en 14 países muy distintos, pues Oriente Medio es una gran región compuesta por: Egipto, Israel, Palestina, Jordania, Líbano, Siria, Irak, Kuwait, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Baréin, Omán, Yemen e Irán. Y pese a sus muchas diferencias todos ellos comparten otro gran denominador común, la religión musulmana.
La inmensa distancia que nos separa de Oriente Medio no debería disuadirnos para conocer la espiritualidad y cultura islámica, porque en Madrid también podemos hacerlo. Los miles de conductores que cada día transitan por la M-30 sabrán a qué nos referimos, puesto que el perfil del Centro Cultural Islámico (Salvador de Madariaga, 7) se puede contemplar desde esta arteria que conecta la ciudad.
Debido a su proximidad con la vía de circunvalación popularmente también se conoce al complejo como la Mezquita M-30 y es todo un icono de la capital. El edificio construido en 1992 cuenta con una fachada de reluciente mármol blanco traído de Almería, tejado rojo y su enhiesto alminar de 25 metros de altura.
Su interior se caracteriza por el silencio imperante y una radiante luminosidad. El conjunto de 12.000 metros cuadrados consta de una biblioteca, dos salas de exposiciones, un museo, un auditorio, un colegio de primaria y secundaria, el restaurante árabe Alzahra, una cafetería, un gimnasio, las viviendas del imán y el director y un patio. Por supuesto, sin olvidarnos de la gran sala de oración siendo con mil metros cuadrados la más grande de España. El interior del templo está inspirado en la Mezquita de Córdoba, que destaca por el mar de columnas que sujetan los arcos de herradura.
La mezquita de la M-30 es de acceso libre para todas las personas desde las 10.00 hasta las 21.30, puedes visitarlo incluso durante las cinco oraciones diarias. Eso sí, recuerda descalzarte cuando entres en la sala de oración y en el caso de las mujeres cubrirte la cabeza con un velo.