Pasear por las calles de Madrid es encontrarse con años de historia, aunque muchas veces pasen desapercibidos. En el propio centro encontramos muchas construcciones que encierran un pasado que, si bien se nos pasa por alto, no deja por ello de ser significativo. Justo a unos metros de la Puerta del Sol se encuentra uno de los edificios más antiguos de la capital, uno que, contrariamente a lo que suele ser habitual, no cuenta con un origen religioso. Se trata de las Casas y Torre de Luján, dos espacios separados, pero que comparten ubicación en el barrio de los Austrias, una arquitectura de estilo mudéjar donde resalta la torre de tipo alamborada rematada con cuatro agujas, y, sobre todo, una historia común.
Vivienda de la familia Luján
Para conocer el nacimiento de la construcción, tenemos que trasladarnos al siglo XV (se dice que es anterior a 1471). Como su nombre ya nos revela, constituyó el lugar de residencia de la dinastía Luján, una familia adinerada que provenía de una pequeña villa aragonesa con esa misma denominación. Pedro de Luján le compraría la posesión a Gonzalo García de Ocaña, el contador mayor, que había estado viviendo allí durante varios años.
Los Luján asentarían aquí su domicilio y, puesto que eran dos los herederos de los bienes, el padre dividiría también en dos la vivienda, dejando, por un lado, la torre y la casa que le correspondía a su hijo Juan y, por otro lado, el resto del terreno a Álvaro, donde se encargaría de levantar más tarde la segunda casa. Es por ello por lo que existe disparidad a la hora de concretar una fecha, pues la torre es de principios de siglo y la casa contigua, de finales. En la fachada puede observarse, además de una decoración de motivo barroco, el escudo nobiliario de la familia.
Curiosidades tras sus paredes
Esta doble edificación encierra algunas curiosidades, algunas más determinantes que otras, y que han pasado a ser el relato que le antecede. Por ejemplo, en la parte que correspondía a don Álvaro, concretamente en el zaguán, se instalaría el sepulcro de Beatriz Galindo, consejera de la reina Isabel la Católica. Todo el mundo la conocía por el apodo de La Latina y, por cercanía al lugar, podéis imaginar por qué a día de hoy tenemos un barrio que cuenta con ese mismo nombre. Otra de las leyendas o anécdotas que se cuentan es que el rey Francisco I estuvo encarcelado (o simplemente alojado) en la Torre tras la batalla de Pavía. Su estancia duraría más de un año, a la espera de que se acomodase el Alcázar.
Además, no podemos pasar por alto que, ya entrado el siglo XIX, se acondicionó en la torre la estación del telégrafo óptico que conectaba la línea del centro de la capital con Aranjuez. Se escogió esta localización debido a la altura de la torre, ya que este era considerado uno de los edificios más altos de la ciudad, al menos entre los civiles. Es en 1866 cuando se convertiría en sede de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y, más tarde, también de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, lo que se mantiene a día de hoy.
Actualmente no pueden visitarse ni la Torre ni las Casas, pero la historia que alberga traspasa sus puertas.