Hace muchos siglos, Madrid era un pequeño pueblo asentado junto al Manzanares, un río mediano e irregular, pero capaz de abastecer a sus escasos habitantes. Sin embargo, según la ciudad fue creciendo este recurso se volvió insuficiente, así como el uso de las aguas subterráneas y los pozos, que ya no servían para abastecer a la que ya era capital de España. A mediados del siglo XIX, Isabel II decidió resolver el problema de forma definitiva al encargar a los ingenieros Juan Rafo y Juan de Ribera la construcción del Canal de Isabel II, que llevaría el agua desde el río Lozoya a la ciudad a través de una conducción de más de 70km. Entre las muchas otras obras de ingeniera que se llevaron a cabo con este proyecto también se encuentra el primer depósito de agua elevado, que hoy en día es una sala de exposiciones.

Desde su creación, el Canal tuvo que adaptarse sin cesar para cubrir las necesidades de agua de una ciudad que no paraba de crecer, razón por la que en 1911 se construyó en el barrio de Chamberí el primer depósito elevado de la ciudad. Esta obra se basó en la necesidad de llevar agua a los nuevos barrios del Norte situados a mayor altitud. Esta obra de ingeniería civil, que alcanzó los 36 metros de altura, fue realizada por los ingenieros Luis Moya y Ramón de Aguinaga, siguiendo el proyecto de Diego Martín Montalvo.

FUNDACION CANAL Parque Cuarto Depósito

La construcción del depósito se aleja de la denominada arquitectura del hierro que tan popular había sido en Europa los años anteriores, apostando en cambio por un estilo que bebía de las influencias mudéjares y medievales. La torre está coronada por una cisterna de acero con una capacidad de 1.500 metros cúbicos, recubierta en el exterior de cinc inoxidable y suspendida de un anillo metálico. El conjunto se sustenta sobre una base de ladrillo visto rojo y con zócalo de granito, formando un poliedro de 12 lados.

En el año 1952 dejó de prestar servicio y traspasó sus funciones al nuevo depósito de Plaza de Castilla. Permaneció en desuso hasta que en 1985 se acometió su rehabilitación con el propósito de recuperar la obra y otorgarle un uso cultural. Pasó así a ser la Sala de Exposiciones Canal de Isabel II, que ya se ha convertido en un espacio de referencia en el mundo de la fotografía y la imagen, especialmente.