Son solo seis las Casas-Palacio que se conservan en Madrid, pero uno que llama especialmente la atención es el Palacio de Santoña, pues es considerado el más lujoso de todos. Ejemplo del arte arquitectónico del siglo XVIII, este enclave posee una belleza sinigual, fruto de la combinación de distintos motivos decorativos. En sus estancias podemos reconocer influencias barrocas, neoclásicas, u orientales, entre otras, materializadas en preciosas pinturas o construcciones en granito, mármol y metal.

Esta variedad de estilos se dio gracias a los duques que le dieron nombre, ya que querían que su residencia reflejase el nivel de vida que podían permitirse a través del lujo. Además, la época daba pie a ello, pues la moda arquitectónica buscaba llamar la atención con el mayor detallismo posible, siempre demasiado ostentoso. Y así se reprodujo en el Palacio situado en el Barrio de las Letras.

Dueños y reformas

Antes de que los duques de Santoña ocuparan este lugar, pasó por varias manos. La primera de la que se tiene registro data del siglo  XVI y se trata de Juan Gómez de Mora, un importante arquitecto de la época -ni más ni menos que de la Plaza Mayor-. Tras él grandes figuras de la historia fijarían su residencia en el Palacio, entre los que podemos reconocer al Príncipe Negro (Muley Xeque), ahijado del rey Felipe II.

Algunos de sus propietarios fueron los responsables del aspecto que iría tomando el espacio. Juan Francisco de Goyeneche, sobrino del fundador del pueblo Nuevo Baztán (relacionado con el Baztán de Navarra), encargaría la remodelación de la cara exterior, modificando la fachada al portón barroco con el que cuenta hoy en día. En cuanto al interior, habría varias reformas, pero la más destacada sin duda fue la de principios del siglo XIX que hemos comentado antes, la que vendría a cargo del Marqués de Manzanedo, también después duque de Santoña. El edificio pertenecía a su esposa, Mariquita Hernández, pues el Palacio fue el regalo de pedida.

De casa señorial a palacio del siglo XVIII

Algunos de los cambios más destacados que obraron los duques fueron precisamente los que le darían la personalidad marcada al inmueble: la escalera imperial; la puerta que daba a parar con la calle principal; las reformas de las estancias, especialmente de los salones. Sin embargo, los dueños no esperarían el trágico giro que daría la historia. Tras la muerte del duque, una hija lejana exigiría obtener la herencia que le correspondía, afectando en gran medida a los bienes de la viuda, que pasaría a conocerse como la «duquesa mendiga».

Un dato singular es que el Palacio pasaría a manos de un abogado de Mariquita; el presidente José de Canalejas. De hecho, el Palacio de Santoña sería el lugar del que saldría el mismo día de su asesinato, el 12 de noviembre de 1912, en plena Puerta del Sol.

Lugar de reuniones y eventos

Actualmente, sirve como sede de la Cámara de Comercio de Madrid, puesto que esta misma institución se la compraría en 1933 a los descendientes del presidente Canalejas. Otro dato curioso es que el comprador fue el nieto del fundador de Mahou. 90 años después la Cámara se ha ocupado de conservar todas las obras de arte que alberga en su interior, así como de remodelar lo que fuera necesario. De hecho, una de sus utilidades hoy en día es que pueden reservarse algunas de sus salas y organizar eventos, rodajes o celebraciones en cualquiera de las disponibles.

Las seis más reconocidas a nivel artístico son el Salón de Actos, el salón Luis XV, el salón Oriental, el salón de Caza, el salón Turco y el salón Rotonda. Además, hay otras doce, ya modernizadas, que cuentan con las instalaciones para albergar reuniones, charlas o conferencias de hasta 100 personas. Para reservarlas, solo hay que solicitar información en la web del Palacio de Santoña. El Palacio puede visitarse, pero únicamente en fechas señaladas que se anuncian con antelación.