Marrufo no es una coctelería más. Es una coctelería de barrio: acogedora sin ser pretenciosa; con un parroquia fiel que gracias al boca a boca no para de crecer; y precios orientados a que nos dejemos caer por aquí con frecuencia para repetir alguna que otra ronda. Y otra cosa muy importante: la barra de Marrufo no abre exclusivamente de noche, aquí también se viene a tomar el vermut o a tardear los fines de semana.
No podía ser de otra forma encontrándonos en el mismo local que acogía Casa Candi, ese pequeñísimo bareto en la calle Noviciado que tanta y tan dispar gente lograba concitar a cualquier hora del día. Como el bar de Cándido, la coctelería que ha relevado su sitio también lleva el nombre de la persona que lo dirige. Es el oaxaqueño Carlos Luis Marrufo, que se hizo con este entrañable espacio para seguir haciendo barrio y acercar la coctelería tradicional a la zona (hasta el momento no existía nada similar en Noviciado-Conde Duque). Eso sí, con un toque vanguardista que le da mucha personalidad y, por supuesto, un guiño a la cultura mexicana.
Únicamente alguien con el carácter y la trayectoria de Carlos Luis podría estar al frente de un negocio así. Durante más de diez años, Carlos Luis ha sido distribuidor de mezcal y también ha estado tras la barra de reconocidas coctelerías como Santamaría. Por eso ha sabido elegir los mejores productos y destilados con los que dar forma a toda la lista de clásicos que conforman la carta de Marrufo.
No hace falta que digamos que el capítulo de combinados con mezcal tiene un peso destacado en su propuesta. Y no solamente en los de base clásica, también en el capítulo denominado De la casa (cócteles de autor). Aquí encontramos uno de nuestros favoritos, el Electric Güera Acid Test (mezcal, zumo de limón, cordial de hibiscus, licor de flor eléctrica Gardeum y ralladura de lima), uno de esos tragos refrescantes de sabores cítricos, con pequeñas burbujitas que cosquillean el paladar, y que debemos beber tras tomar las gotas de licor de flor eléctrica que previamente el barman ha dejado en nuestra mano.
Famoso en Japón (ginebra, licor de ciruela japonés, jengibre, clara, sirope y zumo de limón), otro de los hits de la casa, está recomendado especialmente para los que prefieren cócteles de sabores sutiles y algo especiados.
Dentro de los classics, recomendamos El Diablo, que lleva tequila blanco en lugar de mezcal. Su color rojo brillante se lo dan las gotas de licor de grosella negra, que se mezcla finalmente con ginger beer y zumo de lima. Y el Paloma, uno de los cócteles insignia de México, que debería ser obligado para todo aquel que visite esta casa. Como en todo bar de barrio, un platillo de patatas fritas suele acompañar cada una de las consumiciones. Aquí, además, son muy especiadas y picantes, pues llevan tajín y un chorrito de lima, ¡un vicio!
El sitio perfecto para un aperitivo nocturno
Los aperitivos que se sirven aquí tampoco se quedan atrás. En lugar de tener una carta convencional de entrantes, esta coctelería colabora con diferentes locales madrileños y distribuidores internacionales para ofrecer tapas distintas cada semana. Todos los sábados hay algo diferente que se avisa previamente en sus redes. Algunos de los colaboradores que han presentado sus mejores entrantes en Marrufo son la quesería Formaje, el mexicano Metl y El Lugarcito, mítico por sus platos caseros para llevar.
Dejando a un lado la oferta gastronómica que puedes disfrutar en Marrufo, cabe señalar que la estética del local tiene rollazo. La han ideado artistas españoles (entre ellos Ramón Sanmiquel) y mexicanos inspirándose en Oaxaca. Una de las salas más llamativas de la coctelería es la que se utiliza para los reservados. Sus paredes y asientos de color bermellón, su lámpara de flecos y su luz tenue te hacen sentir como en una película de Hollywood. Reservar este espacio VIP no tiene ningún coste adicional, cosa que lo hace súper atractivo para celebrar fiestas de cumpleaños o tener una cita por la noche, ¿no crees?
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