Podría parecer que la canalla zona de triBall lo tenía todo, pero para el grupo Lamucca Company faltaba un ingrediente en el que nadie había pensado: un club privado. Se llama Club Fishermans y abre todas las noches para ofrecerte una selecta carta de ostras y cócteles, con la opción de reservarlo para montar tu evento privado. Eso sí, olvida el clasicismo (y el clasismo) de los clubs privados, aquí todos pueden ser socios, sólo tienen que querer subirse al barco.
Y nunca mejor dicho, porque Club Fishermans tiene el aspecto de un camarote, con sus muebles de madera, los sillones de terciopelo marino y una luz tenue que le aporta un dramatismo romántico acrecentado por los techos, que recuerdan a una tormenta en alta mar. Para los asiduos a los restaurantes de este grupo, los suelos hidráulicos, la madera y la fantasía del ambiente ya les dan pistas sobre los artífices del proyecto. Ofelia y Alex, hermanos y responsables de Lamucca Company, tienen ese sello tan suyo, esa capacidad de enfocar la decoración de sus restaurantes por unos derroteros novedosos y bastante particulares, que esconden mucho trabajo creativo. En esta ocasión, querían crear un sitio diferente, alternativo pero en la línea de su hermana mayor, La Pescadería, un restaurante de aires neoyorquinos que ha servido de hilo conductor en la historia de este club privado que nace en el local de al lado.
Crearon el club con dos objetivos. Por un lado, para ser un bar de copas más exclusivo, abierto a partir de las ocho de la tarde. Para acceder tienes que ser socio del club, un mero trámite que cualquiera puede asumir y que sólo pretende dar ese punto diferente y misterioso que define al local. Por otro lado, querían crear una alternativa de espacio para eventos privados pero más bonito, diferente y con una coctelería y un servicio muy cuidado. Para estos eventos, reservan el local cualquier día de la semana, garantizando cumplir tus deseos y dar gusto a tu paladar con la cocina de La Pescadería y Lamucca de Pez. O bien con la propia carta de Fishermans, en la que ofrecen desde tartar de salmón a quesos y anchoas 00. Productos que son cuidadosamente escogidos y entre los que hay un tesoro del mar: las ostras.
Las ostras son, sin duda, las protagonistas de la carta, siguiendo esa inspiración marinera y esa ambición de ser diferente. Dependen de la temporada, pero siempre tienen la Especial Daniel Sorlut Nº3 y las Fine de Claire Nº2. Dos de las más demandadas en el mercado por su sabor y por la tradición que guardan: más de ochenta años cultivándolas con los métodos de siempre e innovando en las técnicas para respetar al máximo el producto.
Además del maridaje clásico de las ostras con vinos blancos espumosos, cavas y champanes de la bodega de Fishermans, Curro Rodríguez, encargado de los cócteles, ofrece siete combinados que maridan a la perfección con el producto. El secreto está en el uso de un ingrediente muy poco visto en el mundo de la coctelería en España: la ginger beer, como la llaman en el mundo de la coctelería, cerveza de jengibre a pie de calle. Aporta un toque fresco, algo picante y limpia la boca para el siguiente bocado. El más demandado es el clásico Moscow Mule, a base de lima, vodka y ginger beer. Una mezcla refrescante y respetuosa con el el sabor de las ostras para que degustes cada una como si fuera la primera.
* Fotos Álvaro de la Fuente