*** ESTABLECIMIENTO CERRADO ***
No es un mercado gastronómico más, por eso, aunque comparte con ellos ciertas similitudes, se presenta como un concepto distinto y con entidad propia. Estamos en un espacio multi-gastronómico que propone un recorrido por los sabores del mundo a través de 26 puestos especializados, con la particularidad de que todas sus propuestas proceden de una única cocina siguiendo las líneas gastronómicas marcadas por el chef David Reartes, alma mater del proyecto y responsable también del restaurante -su primer gastro en Madrid- que próximamente ocupará la planta superior del Mercado. ¿La ubicación? Una enorme nave de 240 m2 en la Ribera de Curtidores, arteria principal de un barrio en proceso de reinvención que quiere despertar la atención de madrileños y turistas más allá de los domingos de Rastro. Un reto complicado pero no imposible, y menos ahora con un reclamo de similar envergadura.
Pasear por los distintos puestos que conforman el Mercado equivale a un tour por lo mejor de la gastronomía española, con escala en puestos internacionales como el dedicado a la cocina italiana (pasta y pizzas, esencialmente) o la japonesa (makis y uromakis), y el maridaje con los vinos más apropiados bajo la tutela (siempre que se solicite) del enólogo de la casa. Sin itinerarios determinados, cada uno elige el trayecto y las paradas a realizar: la Cantina donde sirven migas acompañadas de vino de Castilla y León, el puesto de pescaíto frito, el de paella -hablando con propiedad: arroz de montaña y mar-, el de pinchos (muy sabrosa la tortilla de bacalao, al igual que las croquetas de jamón), el de hamburguesas, la barra de cerveza artesanal o la de sidra asturiana, el mostrador de encurtidos, el de helados….
Si bien la mayoría de los puestos son fijos, otros variarán en función de la temporada, siempre procurando en sus platos ingredientes de primer orden y precios ajustados. Su público objetivo no está entre los turistas ni las clases altas, el Mercado de la Ribera se ha hecho para los vecinos del barrio y los habituales del barrio. Por eso funciona sin parar durante todo el día los fines de semana, desde la hora del aperitivo hasta la de las copas, en la que el público se desplaza hasta el rincón consagrado a la coctelería. Esos días el Mercado favorecerá otras experiencias que irán más allá de lo culinario (cursos de cata, cocina para niños, música en directo) como podremos ver a lo largo de los próximos meses porque, ésa es otra, de proyectos y buenas intenciones sus gestores andan sobrados.