‘Mamita Taquería’, un mexicano con club secreto en Recoletos
*** ESTABLECIMIENTO CERRADO ***
En la vida, lo cortés no quita lo valiente; y en Mamita Taquería (Recoletos, 23 <M> Retiro), lo canalla no quita lo elegante. Y vaya si funciona esta dualidad. José Luis Iglesias Miramontes lo sabe bien, él viene de montar (y triunfar) Arts Club Madrid y tenía en la cabeza crear uno de esos locales con members (un club) como los que triunfan en el Londres que tanto visita. Pero ay, cuando vio la taquería las ideas empezaron a fluir y en el número 23 de la calle Recoletos se formó un proyecto tan chocante como atractivo: una taquería callejera como ‘tapadera’ de un club privado de lo más sofisticado.
Según cruzas sus puertas, el ladrillo visto, los aires industriales y una enorme Catrina pintada en la pared por Clara Susanna te dicen que esto va a ser divertido y muy informal. Y efectivamente. La carta de Mamita Taquería empieza (como no podía ser de otra manera) con un guacamole con totopos, pico de gallo y granada para compartir; guacamole recién hecho, cosa que los amantes del aguacate notarán a la legua, rico y bien condimentado. Para seguir abriendo el apetito, los sopecitos de tinga de pollo nopales son una opción novedosa, menos vista en otros mexicanos: una tortillita de maíz más gruesa de lo habitual sobre la que ponen, en este caso, una tinga de pollo muy sabrosa. Tienen otras opciones como la quesadilla Mamita o el tiradito de lubina, pero también apetece pasar a lo que da nombre al local, los tacos. Tienen cinco tipos: de carnita de cerdo ibérico, al pastor, de cochinita pibil, camarones rebozados con ali-oli de chipotle y el taco Mamita que, como pone en la carta, «no preguntes, pruébalo». Todos con una materia prima rica, jugosa, bien sazonada y abundante, así que aún a riesgo de mancharte hasta el codo, no sucumbas a los cubiertos, porque así no se comen.
Como plato fuerte te ofrece dos de mar: el pulpo con camote asado y mojo de cilantro y los langostinos a la diabla en mezcalarte. Y dos carnes, la entraña arrachera a la brasa y la reina de esta segunda parte más fuerte: la hamburguesa de cebón con queso de cabra, cebolla caramelizada y mayonesa de chipotle. Una burger hecha artesanalmente, bien condimentada y de un tamaño considerable, cuya presencia en carta demuestra la intención de esta taquería de no ser exclusivamente mexicana, sino más bien de hacer algo divertido y que diera juego sin meterse en una carta infinita.
De postre, la tarta de zanahoria es un clásico que desde luego funciona, jugosa y especiada, para no renunciar a ella. Y tampoco a los cócteles. Tienen desde opciones clásicas como la Michelada (cerveza con jugo de tomate, limón verde y salsa casera) a cócteles de autor como el Margarita Mamita, con el toque tropical de la maracuyá, y el Bourbon Gin, refrescante y perfecto para bajar una comida algo copiosa.
Los cócteles se pueden tomar en la parte de la taquería o en el club privado, si es que consigues ser uno de sus miembros (hace falta fidelidad). En caso afirmativo, tendrás que cruzar los baños para descubrir una sofisticada sala de sofás de terciopelo rosa y mesas de mármol, con una enorme barra central y una biblioteca al fondo que le da ese rollo londinense de club de altura. Una sorpresa como la que se llevó José Luis Iglesias cuando descubrió esta sala escondida. Aquí se celebran noches de diversión, fiestas privadas y eventos. Pero tranquilo, la diversión también está fuera, y es que las noches de jueves a sábado el Dj hace acto de presencia para que disfrutes como tú quieras, pero a la mexicana, eso sí.
