*** ESTABLECIMIENTO CERRADO ***
Muy cerca de la calle Ponzano, conocida como la milla de oro del tapeo por excelencia, se encuentra Elektra, un restaurante un tanto inusual: abre durante todo el día, desde el desayuno hasta el afterwork, como si fuera el típico bar de la esquina al que puedes bajar en cualquier momento a tomar algo. Pero en carta solo encontrarás propuestas de cocina saludable y muy vegetariana, presentada en un local de estética retro muy actual. Por separado, ni la carta ni el concepto nos resultan extraños; lo raro es, sin duda, la fusión de ambas en un único espacio, una pareja poco común hasta la fecha en Chamberí. Aquí, y así, es como se han propuesto normalizar la cocina vegetariana para el día a día.
La idea de combinar las dos tendencias que más se llevan es de Chiky Martínez de la Puente, una apasionada de la decoración que se ha atrevido a poner en marcha su primer proyecto de restauración. Su única condición era que fuera bonito y saludable, y para ello se ha inspirado en sus propios gustos -es romántica, elegante y con mucho estilo- y se ha dejado influenciar por quienes le rodean -como su hija, que es vegetariana-. Solo le faltaba un cómplice que desarrollara los platos, y lo ha encontrado en el joven chef Emilio Salas -asesor gastronómico y ex jefe de cocina de Seven and Six, entre otros-, un innovador que, lejos de quedarse en el tofu o en la soja texturizada, ha creado platos bien cargaditos de vegetales, legumbres, frutos secos y productos frescos de temporada.
Si eres de los que no preguntas por los ingredientes -a no ser que tengas alguna alergia o intolerancia, en cuyo caso, tratan de adaptar los platos-, puede que ni siquiera eches en falta la carne o el pescado a lo largo de una comida, pues sus platos son sabrosos y contundentes a más no poder: desde la ensalada templada de judía verde de Kenia con queso y nueces pecanas a la crema de boniato tibia con yogur -aderezada, en ocasiones, con atún salteado- con la que sorprenden hasta en el menú del día. Aunque no faltan las propuestas con proteínas animales, como el bacalao negro –un delicioso lomo de bacalao de Alaska elaborado con tres cocciones y servido con ajoblanco–, o el nem cuon –un rollito de vieira y gambón, con guacamole y chutney de naranja en el que fusionan la cocina thai con la mexicana–.
Lo bueno es que aquí nadie se salta la dieta en ningún momento, ni en el desayuno -cuentan hasta con muesli casero-, ni en el sugerente brunch de los fines de semana, ni en el afterwork. Ni siquiera a la hora de maridar la comida con un vino -tienen desde ecológicos hasta veganos- ni en el momento de la merienda, con placeres saludables como sus smoothies de frutas, el brownie vegano -donde el huevo ha sido sustituido por plátano para lograr su consistencia- o la solicitadísima tarta de mandarina. Y como el horario es ininterrumpido, quien vaya a deshoras puede pedir hasta una pizza, uno de sus deseados platos fuera de carta.
Y es que, quien quiere cuidarse, lo hace a cualquier hora del día y en cualquier lugar, y no solo cuando está en casa. Sus dos socios, los emprendedores Luis Iborra y Flor Esteban, han confiado plenamente en Chiky y en sus ideas, y el resultado no puede ser más acertado, tanto en carta como en estética: varios ambientes distribuidos en dos plantas, desde el salón privado al rincón con los butacones para tomar un café, la mesa larga para compartir una comida distendida, la barra con banquetas altas junto al ventanal de la calle, el codiciado sofá con mesita baja o la terraza chill. Juntos han creado, sin duda, una de las caras más bonitas y amables -gracias al buen trato de todo su personal- de la cocina saludable en la ciudad.