*** ESTABLECIMIENTO CERRADO ***
Los baos son trending topic incontestable en la capital. No hay un restaurante de street food, fusión o contemporánea que no los incluya en sus menús. Todos se suman a la moda, pero muy pocos pueden presumir de convertir en tendencia estos bocadillos asiáticos; y solo uno de ser el primer restaurante especializado. Hablamos de Buns & Bones, el local de la calle Santa Isabel –junto al mercado de Antón Martín– que, con sus primeras ocho recetas, se presentó en 2015 como el primer local temático de baos de Madrid.
Tras su éxito en Lavapiés, vuelven a la carga en la calle San Bernardo con un segundo local dedicado nuevamente a la comida callejera más sofisticada, aunque con una carta mucho más amplia. Los ‘Buns’ (molletes) mantienen su destacado protagonismo de la carta, sumando hasta quince variedades distintas de baos. Su secreto –aunque suene cómico– está en la masa, ya que adquieren el pan directamente de Taiwan, país que dio origen a este popular snack. Aunque el relleno es la clave que marca diferencia respecto al resto de locales que han seguido su estela. Todos se realizan con ingredientes de primera calidad y adquiridos en comercios locales (algunos siguen llegando incluso del mercado de Antón Martín). Así consiguen bocados sabrosos que transportan por un momento al corazón de los mercados asiáticos, como el bao Tonkatsu, con solomillo de cerdo ibérico rebozado en tempura casera, ensalada de col, albahaca y salsa inglesa o el de Gambón en tempura al estilo japonés, uno de los best sellers de su primer local de Lavapiés. En esta nueva etapa, los responsables de B&B se han animado a ampliar horizontes, adaptando recetas típicas de México con el contundente bao Carnitas (que es como un taco mexicano), o de Alemania, con el Hot Dog de salchicha casera y ensalada de col.
El estilo más callejero
El local de San Bernardo mantiene la estética industrial y desenfadada de su predecesor, e incorpora una barra corrida de siete metros de longitud, en la que una parte se destina a servicios propiamente de barra y otra está habilitada para comer (un cliente habitual, Hans, se ocupa de delimitar ambos espacios), más una zona de mesas ideal para cenas de amigos. Aunque estas deben ser con amigos de ‘buen comer’ con los que se pueda disfrutar también de los platazos incluidos en el capítulo ‘Bones’ (sección dedicada a productos con hueso) como el Churrascazo a la brasa o el Solomillo en Tataki con aceite de tuétano y un toque picante. Hay platos más que tentadores en el apartado ‘Ni buns ni bones’ (tempura de verdura, pulpo a la brasa, poke de atún), así como en el de postres, para el que conviene dejar algo de hueco y poder compartir así su mousse de té verde con pepitas de chocolate.
Los empresarios Marco Martínez y Juan Carlos Henche han sido los impulsores de este espacio que, por su estratégica situación, atrae al público que se mueve tanto por el Centro como por Malasaña y Conde Duque. Marco, además, es responsable de la decoración de este esquinazo lleno de luz (tiene cinco enormes ventanales desde los que, con la llegada del buen tiempo, se podrá acceder directamente desde la calle) al que ha querido ofrecer un estilo ecléctico, juguetón y muy callejero. Un look muy distinto al que luce el speakeasy que se esconde tras la cocina, un espacio de corte muy clásico y elegante con un gigante Chester de seis metros ideado especialmente para cenas privadas, eventos y, por qué no, para continuar la noche con unos cócteles después de que finalice el servicio de cocina.