*** ESTABLECIMIENTO CERRADO ***
En esta heladería los helados no están a la vista del público; es más, permanecen bien protegidos bajo la tapa del refrigerador para que estos puedan conservar todo su sabor y propiedades. Y es que los helados del piamontés Luca están elaborados con productos naturales 100%, sin ningún tipo de conservantes y, mucho menos, colorantes. Como reza su eslogan, ‘el helado como se debe’. De ahí que el helado de pistacho no sea de color verde, sino del tono ligeramente marrón que adquiere el fruto después de tostarse; al igual que el de menta, de color blanco rutilante, porque la esencia de la menta fresca no añade tonalidad alguna a la crema de helado.
Su durabilidad por tanto es inferior a la de los helados convencionales: no más de seis días, aunque Luca intenta producir en pequeñas cantidades para que no permanezcan en el refrigerador más de tres. Pero tampoco se da el caso, pues desde que inaugurara su pequeño café-heladería en el barrio de Chueca su parroquia no para de crecer. Nadie se le resiste porque, además de su fidelidad a la fórmula original del helado italiano, llega a todo tipo de públicos gracias a una amplísima gama de sabores (en torno a 60), que va rotando cada día en función de lo que encuentra en el mercado y de sus propias apetencias. Si bien hay algunos que ya son inamovibles de la tabla que indica el catálogo de helados de cada jornada, como el de coco, mascarpone con higos caramelizados o crema de None Elide, que cuentan con verdaderos adictos -y esto es verídico- que pasan diariamente por Bellamía a por su dosis de helado.
Una de las cosas más fascinantes de hacer helado, según Luca, es el poder crear poderosas emociones en su público a través de un producto que gusta a todo el mundo. Por eso, cuando decidió instalarse en Madrid, optó por diseñar un espacio donde acercar a sus nuevos vecinos los sabores de su infancia. Y no sólo los referentes a helados, pues también ha querido traer hasta aquí bollería tradicional de Meligue de Mondovi, su pueblo natal; las focaccias con helado típicas de Sicilia, o los crispy crêpes (crepés en forma de cono y rellenos de confitura, helado y nata montada). Sin olvidarse del café, con el que garantiza desayunos al más puro estilo italiano.
Está claro: llegará a ser una heladería referente en la capital. Sucede siempre cuando, además de buen producto, éste se sirve con pasión, pensando siempre en gustar al cliente. Como (siempre) debe ser.