Su nombre ya es toda una declaración de intenciones. Aquí no hay tiempo para las prisas: todo se hace con calma y mucho mimo porque, como defienden los creadores de este café, «slow, taste better». Por eso, nada es casual en este coffee shop de La Latina. Desde su localización, en Mediodía Grande, una tranquila y poco transitada calle, aunque muy bien conectada con las calles más concurridas del barrio, hasta las distribución de las plantas (naturales, por supuesto) o las canciones que se incluyen en sus playlists, todo está pensado para garantizar un extraordinario momento de relax a todo aquel que cruza su puerta. De ahí toda esa gente sin reloj y con ordenador que pasa aquí cada mañana mientras enlaza un café con otro, o la cantidad de vecinos que se dejan caer cada tarde a merendar o leer algún libro a la luz de sus ventanales. Slow Café es para olvidarse el tiempo.
Incita también a ello la excepcionalidad del local donde su ubica, un antiguo taller de serigrafía, totalmente diáfano, que ha conservado sus antiguas vigas de madera, el suelo de hormigón pulido y las ventanas que le conectan a la calle, por un lado, y al patio de vecinos, por otro, que llenan el café de luz natural. Este además ha sido decorado con muebles restaurados y diferentes piezas vintage que terminan por proporcionar una curiosa estética, muy acorde al espíritu de la casa. Luego está este irresistible olor a repostería recién hecha que inunda el local. Y es que el horno situado tras el mostrador no deja de hacer bizcochos y tartas durante todo el día. Así que, ¿cómo no buscar asiento y dejarse llevar por este clima slow?
Aunque la repostería es uno de los puntos fuertes de Slow Café, sin lugar a dudas, su principal reclamo es el café. Café de especialidad, cómo no, que les provee el tostador búlgaro Davob (que también cuenta con sus propios coffee shop en la calle Santa Isabel, en Lavapiés). La mejor forma de apreciarlo -los más entendidos los saben- es con la modalidad expresso, aunque los capuccinos y mochaccinos (con leche y cacao) que aquí preparan están también increíbles y nos van a ayudar a estirar aún más la estancia en este agradable salón. Otra opción son sus tés naturales (Negro Earl Grey, Rooibos Chai, Oolong Milky) y, en especial, los de las mezclas caseras que ellos mismos preparan, y que te permitirán disfrutar, por ejemplo, uno de los mejores Chai Latte que hayas probado nunca.
Para acompañarlos ya os dijimos que sus bizcochos y tartas, horneadas diariamente en el mismo café, son excepcionales. Si bien va a ser difícil que encontremos siempre la misma oferta en su mostrador pues, además de rotar, siempre van probando e introduciendo nuevas recetas (Bizcocho de coco y lima, Tarta de Manzana, Banana Bread, Tarta de cardamomo con frosting de Philadelphia). La que no falla nunca es la Tarta de chocolate y remolacha, que se ha ganado el favor de los habituales de Slow -sean veganos o no-, la Carrot Cake (súper esponjosa) y, los fines de semana, un Brownie cheesecake de aúpa. Precisamente este es uno de los mayores ganchos de su brunch para los fines de semana, que incluye plato principal (huevos revueltos al horno, tostas, sandwiches), porción de tarta o bizcocho, granola con frutas, zumo de naranja natural y café; además del precio -que podríamos calificar de ganga- por el que se ofrece.
Su carta incluye también sandwiches (el de Batata asada, gorgonzola, espinaca y nueces es lo más) y tostas con pan de masa madre que adquieren al vecino Obrador San Francisco. De estas última preparan tanto recetas saladas como dulces, pero si tenemos que quedarnos con alguna son las elaboradas con su propia crema de cacahuete o su nutella casera, tremendas (incluso venden ambas cremas envasadas en tarros para que puedas llevártelas a casa). Aunque ya te advertimos que como aquí no te sabrán en ningún otro sitio, por algo son cada vez más los devotos del estilo de Slow Café. Ojo, que engancha.
EL IMPRESCINDIBLE... La tarta de chocolate y remolacha tiene multitud de fans, por algo será
FÍJATE EN... Las dos reproducciones de Alphonse Mucha, padre del art nouveau, se han convertido en uno de los elementos más icónicos del café