Algo está cambiando en el entorno de la Plaza de Cascorro. Entre la multitud de tascas y tiendas de muebles habituales de la zona se han abierto hueco en los últimos años otro tipo de negocios dirigidos a un público más joven y cosmopolita que ha logrado dar vida a esta desdibujada frontera entre Latina y Lavapiés, más allá de los domingos de Rastro. Mucho ha tenido que ver en ello la reapertura del Teatro Pavón, pero también las barberías, tiendas de productos a granel, panaderías artesanales y restaurantes de comida internacional que han ido floreciendo en sus calles. Aunque si algo llama especialmente la atención es la cantidad de cafés que se han aglutinado en esta zona; y no solo eso, la extraordinaria acogida que están teniendo todos ellos, desde los pequeños establecimientos que apuestan por el café de especialidad hasta espacios más amplios y acogedores donde darse un desayuno de campeonato.
A ellos se suma ahora Agrado Café, un establecimiento que llama la atención por su deslumbrante interiorismo – a nadie que pase por delante de sus ventanales le pasa desapercibido – pero que nos conquistará por una repostería y un menú brunch fuera de lo normal. De hecho, el motivo que impulsó a sus responsables, John Miller y Samuel Vivas, a poner en pie este café fue el tremendo éxito de la tarta de zanahoria de la madre de Samuel, Amada, que hasta entonces la preparaba por encargo para particulares y numerosos negocios de hostelería. Sabían que esa tarta de bizcocho tan esponjoso y suave frosting podría ser suficiente reclamo para atraer los primeros clientes, pero también que podrían confiar en las dotes con la repostería de su madre -que cuenta con la ayuda de una de sus sobrinas- para que la empresa pudiera prosperar. Solo que -como ellos indican en su carta- «Amada es muy caprichosa» y, salvo la de zanahoria que nunca falla, cada día hace una diferente para el café: tarta de arándanos, de chocolate con dulce de leche, pie de maracuyá, cheesecake de guayaba… todas ellas sublimes.
Pero hay más: sus croissants, bizcochos y pancakes son perfectos tanto para empezar el día como para darse un capricho a mitad de la tarde junto a un café (de origen y ecológico) o uno de los tés (siempre en tetera de cristal) que con tanto mimo sirven en Agrado. Llegados a este punto seguro que muchos os hacéis la misma pregunta: ¿hay opciones para celíacos? La respuesta es Sí. Tienen bizcochos sin gluten, e incluso alternativas para veganos, como los pancakes, para poder llegar así a todo tipo de públicos y que nadie se quede sin probar las bondades de sus reposteras.
Si eres más de salado o te apetece picar algo a mediodía, cuentan con una apetecible lista de tostas, con diferentes tipos de pan (blanco, integral o multicereales). La más original y recomendable es la Mestiza, con queso brie, arádanos, tomillo y miel, aunque sus responsables siempre recomendarán probar la De la Reina, elaborada con ensaladilla reina pepiada, una mezcla de aguacate, pollo, mahonesa y limón que hasta el momento solo habíamos encontrado como relleno de arepas; muy sorprendente también. Tanta es la confianza que el equipo de Agrado Café tienen en esta última tosta que la han convertido en uno de los bocados principales de su menú brunch, al que han llamado de forma muy acertada Felicidad. En él se incluyen, sobre una bandeja de terrazo, la Tosta de la Reina, otra tosta dulce, la Nutelada (con Nutella, frutos rojos y plátano), un bowl de yogur con frutas y granola, zumo de naranja y café o té. Es un brunch de lo más completo y con un precio imbatible que además puede tomarse todos los días de la semana, y en cualquier momento; incluso -es una sugerencia- se puede ampliar añadiendo alguna porción de tarta o croissant para poder compartirlo con nuestro acompañante; puede ser una buena decisión.
UN CAFÉ QUE RESPIRA EQUILIBRO Y AUTENTICIDAD
Una de las razones que hacen especial este coqueto espacio de la calle Embajadores es que ha sido uno de los primeros negocios surgidos en el barrio tras los meses de confinamiento a los que obligaron la aparición del Covid-19. Es más, fue durante ese tiempo que sus propietarios permanecieron en casa cuando tuvieron la idea de montar un café, encontrar el local idóneo y definir cuál sería su propuesta. Después solo tuvieron que esperar a que comenzase la desescalada para ponerse -nunca mejor dicho- manos a la obra y poder abrir en cuanto la ciudad volviera a una relativa normalidad. Y así lo hicieron.
Para dar forma al proyecto contaron con Kando David, de Kando Studio, que se inspiró en las diferentes acepciones del término «agrado» para crear un espacio que resultara tan confortable como atractivo. Y podemos asegurar que lo ha conseguido y, lo más valorable, sin adscribirse a ninguna de las modas del momento. Agrado Café tiene personalidad propia, transmite autenticidad, armonía; y a eso nadie puede resistirse. El local, totalmente diáfano y con paredes en blanco cálido, mezcla elementos de diferentes estilos (sillas de diseño nórdico, una mesa castellana restaurada en azul en el centro, lámparas japonesas, plantas naturales) con un admirable equilibrio. Aunque el elemento que termina por dar identidad al café son los murales firmados por Koral Antolín, de Studio fi: unos sencillos pero sugerentes trazos que dan forma a diferentes rostros y cuerpos desnudos que son todo sensualidad. Finalmente, al fondo, una sala donde se encuentran los baños y una barra de trabajo para quienes quieran trabajar en compañía de un café y una increíble porción de tarta.
Con todo lo que os hemos contado -y más detalles que preferimos que descubráis por vuestra cuenta- podemos asegurar que nuestros anfitriones han dado en el clavo. Agrado tiene argumentos de sobra para ser considerado un café más. Con una propuesta sencilla, pero todo muy apetecible y hecho con honradez. Y clase, sobre todo, mucha clase.