Son muchos los que volverían sin pensarlo ni una milésima de segundo a los mágicos años 80: la gran era de las salas de recreativos y las visitas semanales (y obligatorias) al cine del barrio. Pero quienes llevan esta época en el corazón todavía pueden vivirla como si nunca se hubiese ido. Y es que gracias a locales como Rockade en la calle Almendro 9 (barrio de La Latina) tenemos la prueba de lo fácil que es encerrar a la nostalgia por unas horas y volver al pasado a divertirnos tal y como lo hacíamos antes, jugando con máquinas de videojuegos y pinballs.
Cruzar la puerta de Rockade es teletransportarse automáticamente a una era en la que el smartphone no existía (ni falta hacía). Un espacio de dos plantas donde te da la bienvenida una gran barra con muchos grifos de cerveza y todo tipo de destilados, farolillos de colores y guirnaldas de luces. Y entonces empieza el desfile de máquinas recreativas (16 en total, que irán renovando periódicamente para que siempre tengamos un aliciente para volver), objetos míticos de aquellos años y posters de grupos y películas icónicas. Tan pronto te encuentras con una figura de Mazinger Z como con una colección de chapas incrustadas en sus paredes. Un local que invita a una inmersión completa con toda su decoración, desde sus alfombras persas hasta sus cómodos sofás, sin olvidarnos del hilo musical encargado de crear ese hype revival con los grandes temas internaciones de los 80, 90 y 00s (y, ojo, que no son los manidos temas de siempre).
BOCADOS STREET FOOD
Pero, ¿qué es lo que podemos hacer realmente aquí dentro? El concepto de Rockade está más que claro: a este espacio de ocio se viene a disfrutar de forma auténtica, sencilla y en grupo, olvidándonos del postureo y con monedas en el bolsillo. Preparados para pasar un rato divertido sin pretensiones, picando algo de su carta de streetfood, en la que encontramos una sección de ‘Pica Pica’ con croquetas (de jamón ibérico, bacon y parmesano, boletus o chorizo), tequeños, nachos, guacamole o patatas bravas; pero también una sección dedicada a los tacos (Al pastor, Cochinita, Carnitas o el Vegano, entre otros); y arepas (sencillas como la de jamón y queso o más contundentes, como la de ternera y queso con alioli de aguacate picante). Todos ellos se sirven además con platos y cubiertos 100% reciclables.
No faltan los grandes clásicos, como los hotdogs, las taquizas de queso o sus tres burgers, que elaboran diariamente con carne 100% vacuno y condimentan con ingredientes caseros de calidad, las cocinan a la plancha y las meten en pan tierno con mantequilla. Entre ellas la Hamburguesa Barcade de 300 gr, a base de doble de carne, lechuga, tomate, cebolleta, bacon, queso y ali oli de aguacate y jalapeños servida, como el resto, con sus patatas fritas. El menú ideal para un remember ochentero en toda regla.
CERVEZAS Y CÓCTELES A TUTIPLÉN
Como no podía ser de otra forma, aquí podemos regarlo todo con buenos brebajes. ¿Entre ellos? Una compuestísima selección de 30 cervezas artesanales nacionales e internacionales, pero también con su propuesta coctelera a base de tragos cortos (Daikiry, Cosmopolitan, Pisco Sour o Margarita) y tragos largos (Caipirina, La Mula de Moscú, Piña Colada o Rockade -Whiskey Monkey Shoulder con limón, canela, clara de huevo y ginger ale), entre otros combinados.
Pero esto no es todo, y es que Rockade cuenta con un espacio especial para ver retransmisiones deportivas y campeonatos de videojuegos en directo, que hará las delicias de los más frikis. Y como no todo va a ser desinhibirse, también encontramos una sala con aforo para 16 personas donde se puede reservar para cualquier tipo de celebración. Incluidas reuniones de trabajo, de esas en las que puedes terminar creando un ambiente más relajado y disfrutando de los mejores juegos vintage de los años 80.
Un rincón estupendo donde podemos volver a soñar con las series, la música, las películas y los videojuegos que han conseguido sobrevivir al paso del tiempo y permanecer en nuestra memoria. Y no solo eso: ahora también han resucitado nuestras ganas de salir por Madrid y disfrutarlo a la vieja usanza.