La familia de ‘Camoati’
Enjambre de avispas reunidas amistosamente, eso significa ‘camoatí’. Una expresión argentina que en este caso también es una declaración de intenciones. Julián y Francisco, argentinos y amigos de toda la vida, han creado un local para disfrutar frente a la mesa, en compañía, y en un ambiente distendido y familiar. Para ello cuentan con un equipo unido y bien sincronizado -se definen como una pequeña familia- y una oferta gastronómica encomiable: comida italiana y argentina, que juega con múltiples influencias, de ahí la gran variedad de opciones.
Para la carta (pizarra, en este caso) lo tenían claro: recuperar las recetas de ‘la cocina de mamá’. Para empezar, provolone de miel y tomates secos, o ensalada capresse. Como plato principal, habrá que decantarse entre los ravioles con queso y jamón (con tres salsas a escoger) o la (esencial) carne argentina: entraña de ternera con milhojas de patata o el solomillo con aroma de setas y foei. Sería injusto obviar su steak tartar de salmón, entre lo mejor de las concesiones que hacen a otras gastronomías del mundo. Un festín a rematar con un buen postre, que aconsejamos compartir: crumble de manzana con helado y tarta Rogel. Esto en su comedor, porque en la barra que nos recibe también sirven tapas y raciones, ya con un acento más castellano (ojito a su choripán).
En su bodega buscan innovación. Clásicos argentinos comparten espacio con jóvenes etiquetas españolas, así que lo adecuado será escuchar sus sugerencias. Se trata de otra de las señas de identidad de Camoatí, que también apreciamos en su decoración, mezcla de clasicismo y vanguardia a partes iguales. Nos cuentan que es un lugar muy propicio para las quedadas que empiezan por el aperitivo y se prolongan hasta las copas (a ello contribuyen también los juegos de mesa), tan habituales los fines de semana en La Latina. Comprensible, porque en este gran salón es muy fácil dejarse llevar.
