‘Mercado de Moncloa’, gastroespacio asequible
El barrio lo andaba pidiendo a gritos. En Moncloa había tiendas, gimnasios y bares, en cambio faltaba un lugar agradable donde poder quedar a picar algo sin pagar demasiado por ello.
Aún desconocido para muchos, el Mercado de Moncloa está situado en la calle Arcipreste de Hita, en el antiguo edificio de Repsol que, después de cinco años cerrado, vuelve a abrir sus puertas de la mano del hotel Exe, con el que se comunica desde el interior. Este nuevo espacio gastronómico se cuela tímidamente en la lista de mercados madrileños que encabeza el pionero Mercado de San Miguel, pero adapta ese nuevo concepto de mercado y lo hace suyo, huyendo de la etiqueta de gourmet para ofrecer algo más informal y optando por precios bastante accesibles, sin perder de vista que se encuentra anclado en el barrio con más universitarios por metro cuadrado de la capital.
Todos sus productos se pueden llevar a casa o tomar allí. Se compran en el establecimiento correspondiente y se elige dónde degustarlos: barra, si se trata de algo rápido, en taburetes altos para algo más informal o en mesas bajas tipo velador en el caso de optar por algo más reposado. El interior se divide en tres espacios, donde nueve puestos de distintos productores ofrecen opciones para cualquier hora del día.
A nivel de la calle encontramos el Kiosko central, donde sirven cañas, refrescos y tapas durante todo el día. Éstas últimas aparecen y desaparecen según las preparan, así que hay que estar rápido para no quedarse sin. La tradicional pastelería Horno de San Onofre ofrece dulces como coca de manzana, milhoja danesa, rocas, tejas, macarrons parisinos y hasta chips de verdura, el rincón por el que pasarse a primera hora de la mañana o a media tarde. Y justo al lado, Sertina tiene platos preparados de cocina de mercado: tomates rellenos al horno, tallarines salteados, lasaña, ensaladas, láminas de calabacín… El menú diario de dos platos es muy económico. Enfrente, Encinares del sur, el espacio dedicado a los ibéricos de Extremadura y el más castizo de todo el mercado. Fácilmente reconocible por el cortador de jamón, es el lugar donde pedirse unas lonchas de jamón ibérico de bellota, lomo o queso para regar con una copita de vino.
En la planta de arriba están ubicados los cafés y tés de Cafés Guilis, la Bodega Santa Cecilia con sus vinos de mercado (todos españoles y tienen hasta 16 denominaciones de origen) y el sushi bar Niko-San donde, siempre a la vista, preparan nigiris, makis, sashimi, rolls o tartar de atún. No son japoneses pero preparan unos cócteles estupendos. La cervecería de debajo de Gonzalo González está, cómo no, bajando las escaleras. Es el sitio donde tomarse una Paulaner, Desperados, Sol o Heineken degustando algo de marisco cocido, a la plancha o en conserva. Suelen tener langostinos, pulpo, buey de mar, nécoras y ostras. Los más carnívoros preferirán el entrecot, el secreto, el steak tartar o las hamburguesas de la zona de carnes.
De lo que no cabe duda es de que con el amplio horario de apertura y la gran variedad de opciones para deleitar el paladar, el Mercado de Moncloa se convierte en una buena opción tanto para un desayuno temprano como para un aperitivo a mediodía o un picoteo nocturno. Aunque lo mejor de este recién nacido gastroespacio es su terraza con piscina en la novena planta, con unas vistas increíbles que abarcan hasta la Casa de Campo. De momento, solo está habilitada para clientes del hotel, pero su apertura al público general está programada para antes del fin del verano.
*Fotos: Nacho Castañón
