‘La Colmada’, el ultramarinos/bar que necesitabas en Malasaña
“Ahora mismo la gente está pidiendo espacios de este tipo, con producto de toda la vida y cierto apego al barrio”. Quien habla de esta manera es Alejandro Abades, vecino malasañero y uno de los tres responsables de La Colmada, un local mitad tienda, mitad bar que ha abierto en la calle Espíritu Santo. La experiencia previa de Alejandro al frente de una tienda de alimentación de carácter familiar ha sido decisiva. Primero, con un pequeño negocio llamado La vieja Castilla en Chueca, donde podíamos encontrar los productos más selectos de Castilla y León. A aquel local le siguió otro en Donoso Cortés. Y con aquel bagaje pensó que lo siguiente que debía montar era un espacio que cogiera lo mejor de los colmados de siempre y nuestra afición por los bares.
Así nace La Colmada, un negocio con amor al producto local y de calidad, que ocupa el lugar de lo que fue la antigua Tetería de la Abuela, en Malasaña. La reforma ha sido muy leve, manteniendo los dos espacios que ya existían, aunque dándoles un aire más luminoso. La habitación de la entrada está pintada de azul, recordando a los productos del mar, y la continuación es de tonos verdes, asimilandolo al campo y la naturaleza. También han montado al final una especie de comedor, que ellos llaman el patio, y en el que se puede disfrutar de cierta tranquilidad. El magnífico suelo de baldosa hidráulica sigue intacto, mientras que la barra ha sido sustituida por una con mucho más empaque, realizada en mármol blanco de Macael.
Pero lo mejor se encuentra en sus paredes, repletas de conservas artesanas y material que puede degustarse in situ o ser llevado a casa. De esta manera nos vamos a topar con marcas que no son fáciles de ver en la capital. Entre ellas destacan Ana María, ganadora dos años consecutivos del premio a mejor anchoa de la Feria de la Conserva de Cantabria; La Pureza, fábrica gallega que desde 1924 viene ofreciendo una materia excelente en enlatados; y muchas más como Pepus, Cambados, Catrineta, Corbeta o Espinaler. Eso si nos referimos a aquellas que tienen al mar como leit motiv, porque si echamos un vistazo a su otra zona encontraremos lo mejor y más selecto en espárragos, alcachofas y escabechados. Nombres tan respetados como Navarrico, Felix Soto, Emperatriz, La Alacena, Laurel, Pedro Luis, Hermanos Gonzalez… Platos preparados como carrillera de cerdo al vino tinto, pollito picantón y codornices en escabeche, jabalí con setas, callos de bacalao, rabo de toro estofado, verdinas con marisco o lentejas al foie.
No falta de nada. Tampoco el área destinada a charcutería. Como si de un auténtico ultramarinos se tratase aquí podemos elegir el peso y el producto que más nos apetezca probar: Ibéricos de Guijuelo, ahumados de León, quesos de la sierra de Cadiz, atún de Barbate… Ellos ofrecen la oportunidad de probarlos en tablas o tostas, llamadas colmadas. Y con un precio que mira mucho el bolsillo, ajustando todo lo posible las ganancias. Lo único que tiene un pequeño incremento es el vino, donde cobran 4€ por el descorche de la botella. Aunque invitan a descubrir el cosechero leones que ellos mismos trabajan y los diferentes vermuts que también tienen: Vandarra, algo más amargo; Espinaler, un must que nunca falla; y un desconocido Coppini, a medio camino entre los dos. Para acompañar, por si no hubiera suficiente oferta, también llaman la atención la ensaladilla rusa con txaka y atún desmigado, las gildas, las olivas con zanahoria aliñadas y los famosos guindones, aceitunas rellenas de tomate seco y anchoa. Parece un sueño, pero no lo es.
