Ni el Teatro Valle-Inclán, ni el Mercado De San Fernando ni el Cine Doré. Seamos claros: las zapatillas del Melo’s y sus croquetones de lacón han sido el principal aliciente que nos ha motivado a los madrileños a visitar recurrentemente Lavapiés en las últimas cuatro décadas. Todos los comentarios que generó la noticia de su cierre en 2020 por la jubilación de Jose Ramón, su propietario, son la prueba irrefutable de que no exageramos. Como también lo es la repercusión mediática y el entusiasmo que generó su reapertura a cargo de dos jóvenes emprendedores, Rafael Riqueni e Ignacio Revuelta, que consiguieron el traspaso del local y también de las recetas de la carta. De todas excepto de las croquetas pero han conseguido calcar el sabor original gracias, en parte, a que han mantenido la red de proveedores de las que se valía Jose Ramón; y, quieras o no, eso ayuda.
Una vez que han conseguido consolidad el nuevo Melo’s, que vuelve a estar de bote en bote cada noche, Rafael e Ignacio se lanzan a repetir la fórmula en nuevos barrios de Madrid. El primero de ellos es Moncloa, un barrio frecuentado por gente joven y acostumbrada (la mayoría) a ingeniárselas con presupuestos ajustados, para el que su fórmula y propuesta sienta como un guante: precios ajustados, platos generosos e ideados para compartir. El primero de ellos, la mítica zapatilla: un enorme sandwich elaborado con pan de hogaza gallego a la plancha, lacón cortado a mano y lonchas de queso de tetilla. Pesa aproximadamente un kilo, too much para el común de los mortales, por eso se presenta divido en dos para que podamos comerlo a pachas. Incluso si vamos solos, podemos pedir solo una mitad.
Igual pasa con sus croquetas de lacón que, aunque no han podido replicar 100% la receta original, sí han mantenido su considerable tamaño (la bechamel, aseguramos, sigue siendo igual de cremosa). Por eso podemos pedirlas tanto por unidades como por ración completa (8 unidades), eso dependerá del apetito que llevemos o el número de amigos que nos sentemos a la mesa.
La morcilla, las empanadas y los pimientos de padrón repiten en este espacio y también repite esa estética de bareto, otra seña de identidad que sus nuevos responsables han querido mantener del Melo’s de Lavapiés, (el local pertenecía a El Rey de las Tortillas, nacido en 1976), con la diferencia de que aquí sí contamos con algunas mesitas para sentarnos a comer y un pequeño córner con merchandising de la pujante marca.
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