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‘Lambuzo’, como en la Tacita de Plata

Redacción

Lambuzo es un restaurante de tapas y platos gaditanos sin pretensiones, donde abunda el pescaíto frito, el puchero y los postres artesanos. Un lugar auténtico dotado de cierto aire retro familiar con sus paredes encaladas, el croché de trapillo, las estanterías con productos de la tierra (que están a la venta) y los aparadores antiguos. La familia Moreno García (gaditanos) ha puesto en marcha este espacio de la zona de Opera donde los turistas conviven con una clientela habitual, entre la que no faltan andaluces con morriña del sur. Aquí todos los Moreno ponen su grano de arena: los cabeza de familia, Pepe Moreno y María José García, son los responsables de la cocina y cuentan con la ayuda de sus hijos Ignacia, Diego, Luis (encargado) y María (responsable del diseño interior).

La carta hace honor a lo más típico de la gastronomía de la ‘Tacita de Plata’. Para ir abriendo boca, un aperitivo de zanahorias aliñadas, quesos de la sierra de Cádiz, como el Pajarete de Villamartín, y la chacina de bellota. Para los primeros, ortiguillas marinas fritas (un manjar) y el salmorejo acompañado de melva canutera. Mención aparte merecen las croquetas, como las de tortilla de camarones (hay que pedirlas) o las de gambas al ajillo, a las que se suman creaciones de temporada, como las de rabo de toro en San Isidro. En los principales no faltan los platos de cuchara: el (imprescindible) puchero de espinacas con garbanzos o las papas con chocos al pimentón. El arroz marinero con gamba blanca es otra de las especialidades de la casa, mientras que las carnes son testimoniales, con sabores como el del solomillo al whisky.

Lambuzo, comida casera y tapas gaditanas

El menú del día es una opción asequible para comer a mediodía basada en la oferta de la carta, a la que suma un plato que cambia cada semana. El cliente puede pedir desde una tapa de la barra a un cocido andaluz en los primeros, y degustar un arroz con almejas o una fritura gaditana en los segundos. Los postres de Lambuzo son de elaboración artesanal en el propio restaurante (y se nota), entre ellos, el tocino de cielo con su toque justo de azúcar y aroma de limón y la tarta de queso.

Las referencias andaluzas aparecen también en la carta de vinos, con tintos como el barbadillo Gibaldín o el Barbazul de Arcos de la Frontera , y finos, entre ellos, el Manzanilla ‘en rama’ (uno de los vinos más naturales que existen). Los caldos de Ribera de Duero, Somontano, Rioja y Rueda completan la carta. Los vinos también sirven de decoración; exactamente 2.790 botellas de Barbadillo y Manzanilla Solear decoran la pared de entrada de este lugar.

El restaurante cuenta con un espacio en el sótano donde celebran cumpleaños informales y catas de vinos. Además, cuando hay buen tiempo se puede disfrutar del pescaíto frito y una caña bien fría en su terraza, como si de verdad Madrid hubiera encontrado un pedacito de Cádiz en este lugar donde uno no puede evitar ser un lambuzo, como dicen en el sur, y comerse lo de su plato y lo de su acompañante.

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