La Tita Rivera está ubicado en un amplio y funcional espacio de diseño nórdico en el barrio de Chueca, por el que puedes pasarte cualquier hora del día, ya sea a desayunar, tapear o cenar con los amigos. Su especialidad son los Casis, bollos preñaos rellenos, de los que poseen una variada y cada vez más extensa carta. Recomendables todos: los clásicos, como el de gambas al ajillo o pulpo a feira (los clásicos); los de granja, como el secreto ibérico (con pimientos o brie) o las ‘estrellas de la casa’, con lomo de cerdo y cabrales (Raxo de Maruxa), huevos con gulas y trufa, o queso de Tetilla .
También tienen ensaladas (ensalatitas) y platillos para compartir, algunos basados en la tradición (chipirones encebollados, albóndigas de la abuela y croquetas, de jamón o de huevos fritos con chorizo), y otros de vocación más cosmopolita (alitas de pollo BBQ, fingers de pavo, burritos), pero siempre a precios razonables. Tampoco hay que perder de vista sus platos de cuchara (cremas, pisto manchego, lentejas estofadas), sobre todo a la hora de configurar el menú a la carta del mediodía en laborables. En fin de semana, más recomendable el brunch, también de libre elección, con multitud de opciones, tanto en dulce como en salado.
Para beber, cerveza natural y recién hecha de Estrella Galicia -marca responsble del local-, vinos de la tierra o alguna de sus originales bebidas enlatadas (tinto de verano, sangría, sidra, bebidas energéticas de frutas naturales , agua con gas carbónico natural). Su oferta se completa con dos exclusivos cócteles, elaborados según la receta del mojito pero reemplazando el ron por el licor de hierbas (Mojiño) o la sidra seca (Maelito).
La Tita Rivera es perfecto también para tomar un café o merendar por tarde. Por ello su carta dedica un destacado capítulo a los más golosos, con casis de Nocilla y unas tartas caseras que quitan el hipo (carrot cake con helado de turrón y brownie con helado de vainilla). Como se puede comprobar, la ‘tita’ tiene para todos, de ahí que el número de sobrinos no pare de crecer. Más aún cuando suben las temperaturas y su patio -aunque abierto todo el año- despliega todo su potencial, permitiendo disfrutar de sus platos y genuinos combinados lejos del calor y del estrés del centro.
* fotos: Alfonso Ondarroa