La codiciada terraza de la ‘Taberna Angosta’
Su reducido tamaño le ha merecido el nombre de Angosta. Sin embargo, esta recoleta taberna puede presumir de ser unos de los locales más veteranos de La Latina, y de manterner intacto su poder de convocatoria, ajeno a las modas y vaivenes del barrio. Por aquí ha pasado el tiempo -de hecho, ronda ya la treitena- pero sólo para bien. Sus señas de identidad, las cañas y el tapeo, el ambiente siempre distendido, las pequeñas exposiciones de su interior y un servicio atento y cercano, le han valido la incondicionalidad de los latineros más avezados. Y, obviamente, su terraza, la más codiciada de la zona.
Se trata de un enclave exclusivo en el ángulo formado por la capilla del colegio Sagrado Corazón y la sede de la Real Academia de Ingeniería, el que fuera el antiguo Palacio de Villafranca, original del siglo XVII. Un apacible rincón, con apenas una decena de mesas con sombra garantizada durante todo el día (dos grandes árboles, una palmera y una morera, se encargan de ello), donde realmente tienes la sensación de encontrarte fuera de la ciudad, y con unos grados menos que los registrados alrededor.
La terraza de la Angosta es uno de los mejores escenarios para disfrutar la tarde-noche del verano en Madrid. Frente a unas cervezas, algo de picoteo informal (patés caseros, tabulé, empanadas argentinas, salmorejo) y, si la velada se prolonga, su archiconocido granizado de mojito (preparado de forma artesanal; aquí no hay máquinas) o alguna de las opciones de su selección de gin tonics. Excusas no te faltarán para quedarte.
*fotos: Sr. Maru
