Antes de su apertura, todo apuntaba a que La China Mandarina sería un local ‘chino’ más. Ese es el perfil de negocios que habitan en torno a la Plaza de Cascorro, en el barrio de El Rastro, una bisagra entre La Latina y Lavapiés. Pero no. Poco o nada tiene que ver con ellos, excepto la inspiración reveladora que sus socios tuvieron para elegir su nombre a modo de homenaje al barrio -simbolizado, por cierto, en un auténtico árbol mandarino situado al fondo del salón-, y la filosofía de su carta, mediterránea con tintes asiáticos.
Fran Echengoyen y Joana Ortega lo tenían claro desde el principio: querían un local multidisciplinar que interactuase con el vecindario y al que la gente fuera a algo más que a comer o tomar algo. Y eso es lo que han conseguido: un ‘café-restaurante-galería-espacio de trabajo’ abierto desde la mañana a la noche ininterrumpidamente. Podemos desayunar, tapear, comer, tomar un café a media tarde o incluso una copa al llegar la noche. Pero también podemos encontrar una muestra de fotografías, organizar un encuentro profesional o incluso trabajar, porque tienen wi-fi gratis y mesas que invitan a compartir el espacio a cualquier hora del día.
Es esa interacción con el barrio lo que les ha llevado a adaptar su oferta y sobre todo su carta, muy vinculada al día a día del barrio y a su historia. Por ejemplo, aquí el brunch de los domingos se hace los sábados -un acierto porque el domingo es un día reservado en exclusiva a las cañas y el tapeo propios de El Rastro-. Y su carta está repleta de platos para compartir, aunque entre las opciones individuales tienen propuestas como el bol individual de ensalada, con el que cada cual puede seleccionar los ingredientes. La fusión con Asia se nota en platos como la ensalada ‘china mandarina’, elaborada con un toque de alga wakame.
También encontramos otras opciones vegetarianas, como cremas naturales y crudités, y no faltan otras propuestas como sandwiches, cocas sobre pan sardo, hamburguesa con hongos y patatas, y carrillera de cerdo. Y menú del día, que en realidad es un plato combinado, a precio imbatible. Diferentes referencias de vinos de bodegas familiares y con alguna peculiaridad, cervezas artesanales y múltiples opciones de copeo premium completan la oferta de bebidas de este local de estética noreuropea, de colores cálidos y muy sobrios diseñado por el estudio Plantea, estudio responsable de Maricastaña o Martina Cocina, situado en este mismo barrio, justo enfrente, y que desde ahora convivirán como buenos vecinos.
*fotos: Maite González