En Camarote Vintage se saborea un mojito mirando al mar. Bueno, o a la Ronda de Segovia, pero la idea es sentirse atracado en un barco antiguo en plena costa ibicenca, oteando tranquilamente por un ojo de buey. Sus creadores, Alberto Gala y Sonia Royo, pasan así los veranos y quisieron traerse un pedazo de sus vivencias a Madrid. Una experiencia evocadora que se completa con una delicada selección de productos de la isla pitiusa, cocina de picoteo, buenos vinos y combinados.
Camarote iba a ser sólo una tienda de muebles vintage, gracias a la mano experta de Alberto, ebanista de profesión. Por eso, el mobiliario del pequeño bar impresiona por su calidad y originalidad (y todo está a la venta, por si hay antojos) y los ventanales lo llenan todo de luz. De la mano de Sonia, llegó la restauración y el interés por ofrecer a sus clientes bocados especiales. Desde Ibiza recalan los embutidos, el queso, la sal o la original cerveza Isleña, que comparte servicio con la madrileña La Cibeles. En la carta, destacan las pizzas artesanas, en especial la de rúcula, manzana y queso de cabra aunque también hay tostas, ensaladas, sandwiches o bocadillos; preparaciones que se rematan con aceite o mermeladas especiales de la Finca Alamillos del Prior, como la de limón o breva. Mención especial merecen los vinos, muchos desconocidos para el gran público pero con premios internacionales, o los cócteles, que se pueden pedir con helado.
El bar es pequeño pero bulle, porque tiene la mala costumbre de organizar fiestas personalizadas para hasta 35 adultos. De las palabras de Sonia al describirla se desprende que todo va a gusto del consumidor, desde la decoración, la bebida o el tapeo y se pueden celebrar desde cumpleaños hasta divorcios, lo que cada uno quiera. Además, en verano colocan una coquetísima terraza que hace las delicias de los vecinos del barrio mientras atraviesan los calores madrileños. Ponganse cómodos en su Camarote, el traslado al mar corre a cuenta de su imaginación.