Espontáneos. Así es como se definen en Recreo. Ni fusión, ni cartas estacionales ni propuestas cerradas, todo lo que sale de su cocina es fruto de la espontaneidad, del buen gusto y, por supuesto, de la mejor materia prima. Este era el punto de partida de Alejandro y Pablo, dos chefs que venían de cocinar en grandes restaurantes –incluso con estrella Michelin–, cuando decidieron que lo que querían era montar algo suyo. Un lugar donde nada estuviera marcado, algo informal para pasar un buen rato alejado de las obligaciones, justo como en el patio del colegio. Y así nació Recreo.
La mejor forma que podía tomar era la de taberna con vinos y cervezas que acompañan pequeños bocados y platos para compartir. Su carta es pequeña –el objetivo es servir el producto fresco y hecho al momento, centrarse en unas cuantas propuestas y llevarlas a la excelencia–, y muy diferente a lo que estamos acostumbrados –fusión incluida– y es que hasta los mejillones tigre, conocidos en todas las tabernas de España, no llevan una bechamel al uso, sino una de curry amarillo y un acompañamiento de hinojo. A partir de este plato, las sorpresas van en aumento, pues todo tiene un punto que denota el gusto de los chefs por Asia, sin llegar a tener el apellido de ‘fusión’. Muestra de ello es el brócoli con kimchi, lima y comino ahumado, un plato que ha conseguido convertirse en una de las estrellas del local. Partiendo de un producto tan sencillo como el brócoli, consiguen un bocado crujiente y jugoso con una mezcla de sabores inesperada: un ligero picor, algo de acidez y un toque ahumado que elevan esta verdura –en su punto, todo sea dicho– a otro nivel. Estos dos platos entrarían en la categoría de bocados. Para compartir hay un arroz meloso con pollo de corral, colmenillas y avellana; pescado de lonja con néctar de pimiento y rábano; carnes en forma de pluma ibérica o tartar de vaca… Y aquí vuelve a triunfar una verdura: una berenjena melosa que contrasta con un crujiente de migas pimentón, el frescor de los berros y la potencia innata del buen jamón ibérico. Más de cinco sabores y texturas diferentes en sólo un bocado. Además, tienen tres tipos de quesos a combinar en tablas según gustos: el Divirin de vaca con manzana y nueces, un Iniesta Manzanaro de oveja con aceite de oliva y membrillo y un Búcaro azul de cabra con higos y aceitunas. Tomes o no queso, no te vayas sin postre. Además de un chocolate 70% con plátano, ron y nuez moscada y una quesada con manzana y galleta, tienen una torta de aceite de las de toda la vida con un crema ligera de limón, miel y romero.
Recreo es acogedor, pequeño pero abierto y cómodo. Sus cartas se guardan en carpetas azules de colegio y las sillas tienen el decapado que los niños provocarían con sus juegos. No quieren grandes aglomeraciones ni turnos de comida, quieren que cada uno disfrute a su ritmo porque allí, por suerte, no suena la campana de vuelta a clase.
* Fotos Paco Montanet