El grupo TriCiclo le ha cogido el gusto a la calle Santa María, donde ya satisfacen a los paladares que pasean por el Barrio de las Letras con su peculiar cocina en TriCiclo, el primero y el que alardea de poner la alta gastronomía a tu alcance, y Tándem, su hermano pequeño. Ahora completan la tríada reabriendo en el número 42 la Taberna La Elisa, un local que lleva sirviendo cañas desde 1907 y que ahora resucita con todo ese aire cañí que impregna sus maderas, pero incorporando cocina. Y no una cualquiera; la castiza de los chefs Javier Goya, Javier Mayor y David Alfonso, que vuelven dando guerra a la madrileña.
El encanto de este sitio se percibe desde la entrada. Un bar de barra de madera y azulejos, los mismos que cubren parte de la pared, en su otra mitad con estanterías de madera repletas de botellas antiguas. Suelo de madera y baldosines como los que ya no abundan, mesas también de madera y de mármol, para sentarse a tomar un chato, un vermú, una caña o uno de sus vinos, de los que tienen unas cuantas referencias, escuetas pero bien seleccionada.
Su carta es sencilla pero bien elaborada, con platos de toda la vida y buen producto, en formato raciones, elaboradas con el mimo de David Alfonso, que se queda a los mandos de Taberna La Elisa. Se pueden tomar desde unos Torreznos de aperitivo, recién hechos y bien crujientes, a unas Gildas con el vermú, unos Matrimonios o unas Patitas de calamar. En la misma línea de bocados para empezar a satisfacer el gusanillo, el Mejillón Tigre, hechos como siempre pero picantones; los Dados de bacalao crujiente, unos trozos de bacalao fresco y sabroso rebozados; y el Champiñón relleno con una crema suave, jamón muy fino y huevo de codorniz. Metiéndose ya en materia, los Callos son imprescindibles, respetan la receta tradicional y los sirven bien finos y con esa salsa de mojar pan; también la Oreja de cerdo, que hacen muy crujiente y luego meten en un guiso sabroso con mojo y salsas. De postre, recuerdos de infancia. Fresas con nata, Tejas con helado de vainilla y Chocolate caliente o su Arroz con leche.
La carta es bien suculenta, pero si aún así se te antoja algo de sus otros restaurantes, ya sea un champagne o una de las tartas de Tándem, te lo acercan, que para eso son vecinos. La diferencia es que aquí lo tomarás con la solera de los años a tu alrededor. Solera solo interrumpida, que no rota, por un triciclo vintage en medio de la sala que indica que, aunque en el letrero de la pared ponga 1907, aquí lo único viejo son las paredes que han visto pasar más de un siglo de historia de la ciudad y la base de las recetas. Por lo demás, la mano de los TriCiclo está bien presente en Taberna La Elisa, aunque sea para reivindicar la vuelta a un tradición, que siempre es bienvenida en Las Letras.