Despojar a un hostel de las connotaciones de descuidado, inseguro y únicamente juvenil, parecía una tarea imposible después de años y años forjando la leyenda. Pero para eso existen lugares en la capital como Ok Hostel, que desmonta todos los esquemas. Bonito, cuidado, acogedor, hospitalario –por redundante que suene, hay que recalcarlo– y en un enclave de Madrid donde la cultura, el ocio, la gastronomía, la tradición castiza y la creatividad alternativa se respiran en cada esquina.
Hablamos de la zona de La Latina y Lavapiés, concretamente de un edificio histórico de la calle Juanelo. Allí se sitúa este nuevo concepto de hostel que busca despojarse de estigmas para posicionarse como una opción más de alojamiento para el turista de cualquier edad. Sólo hay que querer sentirse como en casa y esperar las sorpresas. De ahí que el foco a la hora de buscar ubicación fuera estar cerca de la mayor oferta de ocio posible, sin sufrir el bullicio y el tráfico de la arteria principal de la ciudad. En la puerta, El Rastro; cada dos pasos, bares y diseño; a unos metros, algunos de los mejores teatros de Madrid (El Pavón Teatro Kamikaze y el de La Latina), además de numerosas salas de conciertos y microteatro; y dando un paseo, todo el arte que incluye el llamado Triángulo del Arte de Madrid, cuyos vértices los articulan el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía. Toda la oferta está servida y a tiro de piedra, hasta la Plaza Mayor, a tres minutos andando. Y por si no estás seguro del recorrido a seguir, del hostel parten tours gratuitos para que conozcas la ciudad con un guía.
De puertas para dentro, todo está dispuesto para que el viajero se relaje, disfrute y comparta. Un amplio salón con sofás, mesas bajas y pufs invita a entablar conversación mientras tomas algo de su bar, a organizar el viaje con las guías de las que disponen y hasta a compartir libros en su biblioteca. También a conectarse, porque el hostel tiene Wi-Fi gratuito en todas las estancias. Y todo bajo la atenta mirada del mural del ilustrador portugués Joao Viana, lleno de referencias estereotipadas en clave de humor de lo que piensa el turista de España. Ya en las habitaciones, literas hechas a medida en modalidades de habitaciones de 6 camas (separadas entre hombres y mujeres), 4 ó 6 camas mixtas y habitaciones para parejas. La madera predomina en cada rincón y el color rojo dota de vida a sus estancias cuidadas y minimalistas, con compartimentos para el equipaje y taquillas personales en cada cama.
Aquí se come como en casa, literalmente. Y es que hay una cocina totalmente equipada para que cada uno se prepare lo que le apetezca. Pero no hay que descartar pedirles el desayuno –los pancakes triunfan– ni tampoco las cenas –del Pollo Piri Piri del cocinero Giovanni y de la lasaña de Gustavo dicen maravillas–, porque todo se hace allí siguiendo la misma filosofía que los demás servicios del hostel: tratar al cliente como a un familiar, querido, eso sí.