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‘Kiosko de horchata’, el dulce clásico del verano madrileño

Laura Sutil

Las noches de verano en Madrid son cálidas y bulliciosas a partes iguales. Así debían ser también a mediados de los años 60 cuando, tras una sesión vespertina de cine, las parejas y familias se agolpaban ya de madrugada en la cola de un pequeño kiosko ubicado en la calle Narváez. Todo para conseguir un vaso de refrescante y auténtica horchata. Por aquel entonces, la ciudad contaba con casi 300 aguaduchos, el nombre que recibían este tipo de locales. A día de hoy, el Kiosko de horchata es ‘el último superviviente’, con ese aura de romanticismo nostálgico que envuelve tal título. 

Y es que para conocer los orígenes de este negocio hay que remontarse a 1910 – 1915, momento en el que la familia Guilabert, procedente del pueblo alicantino de Crevillente, asentó su primer establecimiento de horchata en la calle Cedaceros. Tras varias localizaciones diferentes y un parón en los años de la Guerra Civil, la familia volvió a la capital y se instaló en Narváez en el año 1944. Hoy, con el mimo y la dedicación de entonces, son los hermanos Miguel y José Manuel -cuarta generación de los Guilabert- quienes regentan, en esta misma ubicación del barrio Salamanca, este llamativo kiosko con sabor y color de verano.

KIOSKO DE HORCHATA Horchata de chufa valenciana

LOS REFRESCOS MÁS NATURALES

Después de este largo recorrido, quizás la clave de la permanencia de un negocio a priori poco integrado en un mundo globalizado es la dedicación y, por supuesto, su autenticidad. Son ellos mismos quienes elaboran de forma artesanal las tres bebidas que ofrecen: la horchata, el agua de cebada y el granizado de limón. Como no podía ser de otra forma, la Horchata es la reina del kiosko y, después de probarla, comprendemos el por qué de ese boca a boca que ha perdurado durante más de un siglo. La chufa llega directamente de la Comunidad Valenciana para garantizar su calidad y, además, en el proceso de elaboración de la horchata se cuidan los detalles. ¿El resultado? Muy refrescante, de sabor intenso y sin edulcorantes artificiales añadidos, algo que marca la diferencia respecto a las edulcoradas bebidas industriales. La hay incluso sin azúcar para los que busquen la versión más healthy del producto. Todo ello la convierte en un refresco ideal para las meriendas estivales -a ser posible acompañada de fartons, que también venden en la tienda- o a modo de postre después de una comida ligera. 

Y no es la horchata el único best seller del local. Tal y como nos cuenta José, cuando el calor aprieta, madrileños y turistas se animan también a probar su Granizado de limón, un must contra el bochorno. Y es que, si crees que eres fan de este preparado, espera a probar el que preparan aquí. Sencillamente sabe a limón (del de verdad). Sencillamente, es otro rollo. Por último, hay una tercera joya de la corona en este pintoresco kiosko: es el Agua de cebada, una bebida centenaria típicamente castiza. Para elaborarla se tuesta la cebada, se cuece con agua, se deja macerar y se le añade azúcar moreno de caña. Tras ello, se enfría y, a la hora de servir, se le añade un poco de limón granizado para aliviar el ligero amargor que pueda tener la cebada. Todo un descubrimiento para paladares con el gusanillo de experimentar. 

KIOSKO DE HORCHATA Horchata, agua de cebada y granizado de limon

Cualquiera de estas tres bebidas pueden disfrutarse en la propia barra del kiosko o, para quienes lo prefieran, se puede recurrir al take away en vaso de plástico. Además, otra de las opciones que ponen José y Miguel a disposición de sus clientes es llevarse a casa envases de medio litro o de un litro para poder disfrutar de sus refrescos naturales con calma y, si no nos puede el amor a la horchata, incluso compartirla. Para los verdaderos adictos a este batido de chufa, también nos dicen que existe la posibilidad de llevar nuestro propio recipiente (el tamaño al gusto del consumidor) y que ellos mismos nos lo rellenan. 

Y es que, además de hacernos disfrutar de sus tragos 100% naturales, el kiosko derrocha encanto. Los tonos azules y blancos que se combinan en su estructura nos hacen sentir (aún más) el verano, el Levante y ese mar Mediterráneo que siempre trae buenos recuerdos. Una señal de que, aunque muchas cosas hayan cambiado, el verano y la horchata continúan su idilio sin importar el paso del tiempo.  

EL IMPRESCINDIBLE es, como no podía ser de otra forma, un vaso de horchata bien fresquita en un caluroso atardecer veraniego. ¡Una maravilla!

FÍJATE EN… La serie de fotografías que hay en la parte delantera del kiosko y que nos cuentan la larga historia de este establecimiento. Entre las imágenes encontramos fotos de la bisabuela María, pionera del negocio, de un jovencísimo Miguel, al que aún hoy vemos tras la barra y también de los clientes del local durante alguna tarde de agosto de 1975…

KIOSKO DE HORCHATA Agua de cebada

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