Madrid es una de las ciudades en las que la magia de cerca tiene mayor prestigio. La capital es una referencia mundial desde los años 70, especialmente en la disciplina de la cartomagia, gracias a nuestro estilo y a la calidad de nuestros magos y teóricos de la magia. Pero también, porque en nuestro país se produjo una ruptura con la tendencia tradicional que había en la magia, como algo relacionado más bien con la habilidad, y hubo un empeño en demostrar que la magia es algo más profundo y que puede ser elevado a la categoría de arte.
Hasta hace poco, sin embargo, no existía en la capital un lugar idóneo para ver espectáculos de este tipo. Y por eso se creó Grada Mágica, una sala que abrió en 2014 en Vallecas y que se centra únicamente en shows de magia de cerca, una disciplina que, además de proximidad al público –como su propio nombre indica–, exige ser capaz de transmitirle esa sensación de que realmente acaba de ser testigo de algo mágico, de emocionarle. Algo que sólo se puede conseguir con una sala de unas dimensiones más o menos reducidas, como es el caso de Grada Mágica –que dispone de un aforo de 39 personas– y con una serie de características técnicas que permitan crear las atmósferas y la intimidad necesarias para cada truco. En el hall del teatro, una pequeña barra recibe a los asistentes, a quienes se invita a una consumición con la entrada al espectáculo.
Detrás de esta sala se encuentran Miguel Gómez y Armando Gómez; ambos llevan en la magia toda la vida y un teatro como este era su sueño desde hacía años. Los shows son de lo más variados y en ellos se utilizan objetos de todo tipo, la mayoría bastante cotidianos, algo que también es característico de la magia de cerca: cartas, monedas, billetes, pañuelos, cubiletes, dados e incluso objetos que los espectadores tengan en sus bolsillos.
Además de los espectáculos que ellos mismos hacen, también acogen los shows de otros magos amigos –algunos creados especialmente para su teatro–, ensayos o charlas divulgativas sobre magia. Cuentan también con su propio ‘Club de Magia‘, con el que pretenden despertar la afición por la magia en los espectadores. Quienes forman parte del club, reciben noticias de los espectáculos y de algunas actividades que no están abiertos al público en general. La sala, por cierto, lleva el nombre del difunto Pepe Carroll, uno de los grandes magos españoles, y amigo de los dos responsables de Grada Mágica.