María y Laura son hermanas y también las artífices de Échale Guindas, un novedoso espacio en la calle Pelayo, que es ya una de las zonas de la capital donde se concentran más tiendas y galerías de arte por metro cuadrado. Y precisamente, su local, fue concebido para combinar ambas cosas. Con experiencia en el mundo del arte y el interiorismo respectivamente, ambas tenían claro que querían abrir una galería de arte, pero no una convencional, sino una donde ocurrieran cosas constantemente, que invitara a la gente a entrar y que tuviera obras más asequibles. Una galería que, al mismo tiempo fuera una tienda donde, además de las obras que hay en exposición –todas a la venta–, también pudieras llevarte otro tipo de obras de arte en forma de joya, plato o libro.
El espacio tiene un aire de lo más acogedor, con suelo y paredes de madera, que conviven con otras de ladrillo. Los muebles, de aspecto rústico, terminan de redondear el ambiente casero que se respira aquí. En cuanto a los artistas de la galería, la selección la realizan en función de sus gustos personales y cualquier formato tiene cabida, desde pintura e ilustración, hasta escultura e instalaciones. Mari Quiñonero o Carlos Villoslada son algunos de los que tienen presencia en la galería, y ellas insisten constantemente en que no quieren ceñirse a ninguna técnica en concreto. El eclecticismo y la variedad son su sello.
Uno de los aspectos más interesantes del concepto que hay detrás de Échale Guindas es que, no sólo consideran arte aquello que cuelga de las paredes, sino que María y Laura han querido apostar también por otro tipo de piezas, a las que comúnmente podríamos denominar objetos de diseño. Joyería de Colindante –que ha realizado una colección en exclusiva para ellas–, de Circo o de Susana Espiauba –que hace joyas en cerámica, a modo de mosaico–, objetos de decoración de Monika Leiden, vajillas de Nuria Blanco, o alguno de los libros ilustrados de la editorial Libros del Zorro Rojo. Además, también están abiertas a hacer eventos de todo tipo, desde presentaciones hasta charlas de arte.
Para los más curiosos, el nombre de la galería, viene de una frase que solía decir su padre habitualmente y que es una mezcla entre una expresión de sorpresa y una invitación para lanzarse a hacer las cosas. Desde que colgaron el rótulo, han conseguido que su local no pase desapercibido a nadie que pasa por delante de su puerta. Y no es para menos.
* Fotos Alfonso Ondarroa